SOCIEDAD
› YA HAY SIETE MUERTOS POR EL ALUD. DOS ACCIDENTES ENTRE SOCORRISTAS
Tragedia sobre tragedia en Bariloche
En las tareas de rescate, dos accidentes dejaron heridos a 12 socorristas. Siguen buscando a dos estudiantes desaparecidos.
Bariloche no solo sufrió una de sus peores tragedias de montaña. Ayer, cuando continuaban los operativos de rescate, dos equipos de socorristas se accidentaron mientras intentaban el ascenso al cerro Ventana donde seguían buscando los cuerpos de dos estudiantes de la Universidad del Comahue. Doce de los socorristas terminaron internados, uno de ellos con politraumatismo de cráneo. Anoche, el número de estudiantes muertos encontrados eran siete: uno de ellos apareció a 1400 metros de altura a las once de la mañana. Todavía hay dos que siguen sepultados por la avalancha que alcanzó entre ocho y diez metros de profundidad. Los rescatados con vida fueron seis y están internados en la Clínica Privada de Bariloche con politraumatismos. Entre ellos está el instructor y guía del grupo, Andy Lamuniere, uno de los andinistas más experimentados de la Patagonia y profesor del grupo de jóvenes que ascendió al cerro para hacer una de las prácticas de montaña programadas en la currícula.
El trabajo de rescate estuvo a cargo de la Comisión de Auxilio (CAX) del Club Andino Bariloche, donde confluye una suerte de comité de expertos que suele actuar en casos de catástrofe. A la tarde, los hombres que coordinaban los operativos estaban prácticamente desbordados. Después de las horas intensas de búsqueda en la montaña, de relevos y rastrillajes en la nieve, dos equipos propios se habían accidentado: “Tuvimos mala suerte”, le decía a este diario Ramón Chiocconi, uno de los coordinadores. “La gente está cansada y ahora es donde tenemos que tener más cuidado con la seguridad: es poca la chance que nos queda, ya son mínimas las posibilidades de encontrar los cuerpos con vida y generar más víctimas así no tiene sentido.”
Chiocconi se refería a los accidentes de los socorristas. El primero fue el de Luis Barbeito, un bombero que manejaba una camioneta de doble tracción con la que subía y bajaba insumos y materiales para los equipos. Chocó contra una vaca cuando llegaba al lugar de máximo acercamiento al cerro. Ahora está internado, en estado grave. El otro caso fue más delicado aún. Los accidentados fueron un grupo de once socorristas que volcaron mientras se desplazaban en una combi. Todos terminaron heridos, uno de ellos con politraumatismo de cráneo.
Todo eso sucedía mientras en el cerro se iban relevando los grupos que habían comenzado a trabajar a las seis de la mañana en la búsqueda de los estudiantes desaparecidos. A unos 1400 metros de altura se concentraron unas cien personas nucleadas por el CAX para rastrillaje de la zona entre los bloques de nieve compacta dejados por el alud de piedras y lodo. “En ese lugar –explica Chiocconi– una barrera de hombres, hombro contra hombro, avanzaban paso por paso haciendo pozos con una especie de caña de tres metros de largo.” En esas capas cubiertas de nieve “aparentemente homogéneas –explica el hombre de la expedición–, la avalancha deja sus huellas: entre los bloques de pronto apareció una mochila o algunas cosas que nos fueron mostrando que allí estaban sepultados los cuerpos”.
Así fueron encontrando a los estudiantes enterrados en la nieve. El domingo a la noche, la expedición había dado con seis. Recién ayer a la mañana apareció el séptimo y hasta las primeras horas de la noche todavía faltaban dos: Roberto Montero, un estudiante de 25 años de Neuquén, y el de Gimena Padín, una chica de 18, de General Roca.
El grupo que cayó tragado literalmente por la avalancha de nieve estaba integrado por 16 estudiantes. Eran parte de un contingente de 70 alumnos del primer año de educación física de la Universidad del Comahue que este fin de semana hacía sus prácticas de andinismo en el cerro Ventana, un cerro ubicado a 12 kilómetros del centro cívico de la ciudad y fuera del circuito turístico. El cerro suele usarse para este tipo de entrenamientos y para los más experimentados no representa ningún riesgo; incluso eran óptimas las condiciones del tiempo. De todos modos, el grupo original tomó algunas prevenciones para hacer el ascenso. Subieron a las nueve de la mañana del sábado divididos en varias expediciones. Después de pasar la noche en un refugio llamado El Horrible, a las cuatro de la tardecomenzaron el descenso. Una hora después, cuando estaban a 1400 metros de altura, el guía del grupo llamaba a su madre con un teléfono celular, para pedirle que convocara a los grupos de rescate (ver aparte).
En las tareas de rescate en el cerro trabaja gente de Gendarmería, de Parques Nacionales, del Ejército y del Club Andino. Las primeras horas fueron las más difíciles. A las nueve de la noche, cinco horas después del alud, uno de los grupos escuchó los gritos de una estudiante. Liliana Acosta estaba hundida en la nieve, a un metro de profundidad: “Logró vivir –dice Chiocconi– porque frente a su cara se formó una burbuja de aire”. Liliana es una de las tres estudiantes de Bariloche que ayer se recuperaban en el hospital.
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