SOCIEDAD › ARCE ACUSO AL NOVIO, TEXTIL, Y A UN EX DE LA ADOLESCENCIA
El ex marido de Rosana Galeano, sospechoso para los investigadores, incluyó a Oscar Lugo, empresario textil. También a un heladero. La familia de la víctima y Arce aguardan ser incluidos como querellantes.
› Por Horacio Cecchi
Más que aclarar sospechas, el crimen de Rosana Galeano suma pretendidos sospechosos, que por ahora no trascendieron de la imaginería del ex marido de la víctima, José Arce, y de las páginas de los diarios. A la mención del jardinero “cortapasto” y el novio policía de la hermana, se fueron agregando la última pareja de la víctima, mencionado por Arce como Oscar Lugo. Hasta llegó a incluir en la lista a un heladero, Gerardo Biancanello, no porque pasaba por ahí sino porque había pasado hacía tiempo: es un ex novio de la adolescencia de Rosana. Cada uno con su historia, pero la que sobresale y tiene sus propios vericuetos, quizás alejados del caso en sí, pero de consistencia propia, es la del novio empresario Oscar, como fue mencionado el primer día por Arce, y finalmente como Oscar Lugo. Lugo tiene un “taller textil trucho en Paso del Rey”, aseguró Gustavo Vera, dirigente de la Cooperativa La Alameda y que organizó un escrache en la puerta de la vivienda donde se supone que hay maquinaria textil y una decena de bolivianos contratados en negro. Entretanto, la familia de la víctima y el ex marido aguardan la resolución de la jueza de Zárate-Campana, Graciela Cione, que debe determinar si acepta y a quién como querellante. De la escena del crimen, ayer se obtuvo la cuarta vaina que faltaba y una de las balas 11,25, que serán las buscada si las pericias lo demuestran.
Ayer, los peritos que pasaron por el chalet de Caramba, entre Patria y Zamba, para tomar medidas de distancias, ángulos de disparo de acuerdo con el resultado de la autopsia y comprobar desde dónde disparó el homicida, se toparon con dos sorpresas: la primera, encontraron una vaina, supuestamente la cuarta, que faltaba hallar en el primer rastrillaje. De ser así, podría interpretarse que el primer rastrillaje fue malo o irregular. A la vaina se le agregó uno de los proyectiles, un 11,25 –el mismo calibre con que mataron a Rosana–, muy deformado porque golpeó contra la pared. Para comprobar que se trata de la vaina y el proyectil disparados la noche del crimen. Los investigadores desconfían de la utilidad de estos dos elementos ya que la escena no fue preservada, y por allí pasaron abogados, acusados, sospechados, familiares, amigos, policías.
Ayer, Arce cargó contra todo lo que se movía alrededor de Rosana, por supuesto autoexcluyéndose. Sigue poniéndole el cuerpo a la hipótesis principal, que lo tiene como objetivo, pero como un ventilador encendido ya lanzó cinco nombres para que tome en cuenta la Justicia, aunque sin ser parte querellante, la aceptación le será más complicada. Por eso (igual que la familia de Rosana) solicitó ser tomado como parte de la causa, lo que le permitirá conocer los movimientos del juez y del fiscal hacia donde se inclina el recorrido.
Algunos de esos nombres ya no son nuevos: Mónica Galeano, hermana de la víctima, y el jardinero Daniel “el Yanqui” González, a quien Arce denominó como “negro cortapasto”, fueron los primeros acusados por el ex marido, además de un tal Oscar, empresario y último novio de la joven asesinada, de quien se hablará en esta misma nota más adelante.
También había sido mencionado el novio de Mónica, pero ayer surgió su nombre, Mario Rojas, a quien Arce sindicó como policía de la Federal, dato no gratuito porque apunta sobre su manejo de armas, detalle necesario según los peritos para poder disparar un arma difícil como la del rango del 11,25. Rúa, abogado de Arce, aseguró que lo de Rojas se había incorporado en el expediente aunque por otro lado está esperando ser aceptado como querellante para recién entonces poder ver el expediente. También se mencionó que era suboficial y que trabajaba en la custodia del juez Canicoba Corral, pero fuentes oficiales no pudieron confirmarlo y sostuvieron que pertenecía a la Bonaerense.
También echó sospechas sobre Oscar, el empresario novio, y agregó su apellido: Lugo. Según se fue desprendiendo de acusaciones y susurros, se determinó que un pretendido Oscar Lugo alquilaba una casa con un fondo muy amplio en la localidad de Paso del Rey. Se montó una guardia periodística que fue desatando otra historia, insólita y por el momento aparentemente no vinculada al caso, aunque con los mismos protagonistas. La casa, bastante venida a menos en el exterior, se encuentra sobre la calle 25 de Mayo, 506. Los vecinos aseguran que la mujer asesinada, Rosana, vivió un buen tiempo en el lugar con el empresario novio.
Los murmullos vecinales dicen que aparentemente la casa estaba alquilada a una mujer dueña de una estación de servicio junto al bingo de Moreno. Y que allá dentro funciona “un taller textil trucho”, tal como lo describió Vera, de La Alameda. “Me enteré porque América TV tenía un móvil en el lugar y los periodistas escucharon ruido como de máquinas y vieron que entraba y salía gente que parecía de nacionalidad boliviana y me llamaron porque pensaron que podía ser un taller trucho.” Ayer, precisamente, la cooperativa La Alameda organizó un escrache alrededor de la puerta de la casa que, curiosamente, tenía cambiado el número de calle a 509. También los vecinos mencionan que cuando el crimen saltó a los medios, Lugo colocó las maquinarias y las trasladó en parte a otro lugar. También dijeron que en una ocasión se mudó a una cuadra de allí y que fue público cuando un patrullero decomisó en dos ocasiones enormes paquetes de vestimentas. De Lugo, Arce también desliza que es policía retirado, aunque hasta el momento resulta incomprobable.
El último de los señalados por Arce enfrió las acusaciones en su contra. Es el heladero Gerardo Biancanello y dijo: “No tengo nada que ver, pero si me citan voy sin problemas”.
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