Es argentina, tiene 21 años y hace 15 que vive en Houston. La echan del país tras haber cometido una falta de tránsito, por falta de papeles. Su hija de 18 meses viajará más adelante.
› Por Emilio Ruchansky
“Podría haberme llevado a mi hija, pero decidimos que no. No era una buena situación”, dice Janina Sol Barbeito, por teléfono, a pocas horas de ser deportada de los Estados Unidos. La chica tiene 21 años, desde hace 15 vive en Houston y no sabe qué hará en la Argentina, un país que conoce “muy poco”. Cuando baje hoy a las 11.30 del avión de Continental Airlines estará su tía Elena Fernández del Sel esperándola. “Más adelante”, dice, sus padres traerán a Nicole, su beba de un año y medio. “Hace cinco meses que no la veo, estuve encerrada en un establecimiento para inmigrantes ilegales”, cuenta la joven a Página/12, desde el Consulado argentino en Texas, y repite nerviosa: “Pero estoy bien, está todo bien”.
“Vamos a armar el lío que corresponde, pero primero quiero esperar una semana al menos, como para que se adapte. Después veré cómo colocarla para que pueda estudiar y trabajar”, asegura la tía. Es que Janina entró siendo muy pequeña a los Estados Unidos, con una visa de turista junto a sus padres. Hizo la primaria y la secundaria allí e ingresó luego en el College (una instancia preuniversitaria), donde conoció al padre de su hija, con quien tuvo una relación pasajera. “Quería estudiar Relaciones Exteriores”, dice Janina. No le hace gracia la ironía de su destino. Ayer pasó por el Consulado encabezado por Ricardo Gauthier para retirar sus documentos argentinos, que no renovó a los 16 años. Al diplomático tampoco le hace gracia la ironía, pero reconoce que la joven “está aprendiendo la profesión de la forma más dura”. Ella asegura que tiene ganas de continuar sus estudios en Argentina y que no guarda rencor contra el país que la ha expulsado.
“Es una chica perseverante, no muchos aguantan tanto tiempo encerrados sin volverse locos”, comenta Gauthier, para quien “existen recursos para poder pedir la revisión del caso que pueden hacerse desde Argentina, pero en primera instancia debe acatarse lo que se decidió en Estados Unidos”. Aunque aún circulan versiones –atribuidas a sus familiares– de que el padre de su hija fue quien la denunció ante las autoridades, Janina jura que “está todo bien” con él. “Olvidé poner la luz de giro mientras doblaba con el auto y me hicieron una multa. En ese momento me pidieron los papeles... y bueno. Es la primera vez que alguien me los pide. Nunca me había pasado”, relata. Excepto su familia y un amigo, nadie fue a visitarla durante los cinco meses que estuvo encerrada.
“Lo de Janina es un problema de migración irregular. Es un caso que seguimos hace varios meses, tuvo problemas de visas, de plazos, de renovaciones”, aclara Gauthier, y agrega que desde el Consulado siempre se le brindó “contención y asistencia judicial”. Aunque al conocerse esta historia varios medios aseguraron que las autoridades estadounidenses retenían a la beba, el diplomático destaca que “en verdad, la criatura no tiene prohibición de viajar; es ciudadana americana y puede viajar adonde la ella quiera, o su mamá quiera, porque es la que tiene la patria potestad sobre la criatura.”
“Quieren limpiar a los latinos”, declaró ayer su madre. Por el momento, según afirma el cónsul, “sus padres no han sufrido la visita de Migraciones o intimidaciones, no están en una situación de hostigamiento”. Janina tarda en responder al respecto: dice que no están ilegales, al rato aclara que en verdad sus padres están tramitando la visa. Luego de tener a su hija Nicole, Janina se quedó con la tenencia. El padre de la nena nunca pasó la cuota alimentaria, pese a los reclamos de la madre, que la mantuvo “haciendo promociones para varias empresas en la calle, y antes, trabajando en un restaurante”. Anoche, su tía estaba ansiosa por verla y rogaba que la prensa no empañara el encuentro. Supo por este cronista que la decisión de que la beba quedase en Estados Unidos fue de su sobrina y no de la Justicia. Antes de despedirse, Página/12 le preguntó a Janina si sabía quién es el presidente de Argentina. La joven se rió un buen rato antes de contestar: “No, ni idea”.
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