La Cámara de Casación avaló la detención de un joven apresado por un supuesto nerviosismo al ver a los policías.
El polémico “olfato policial” recibió un espaldarazo judicial más polémico aún: un fallo de la Cámara de Casación bonaerense anuló la absolución de un joven de Lomas de Zamora al que se lo detuvo porque “se puso nervioso y tocó un timbre” cuando un patrullero pasó por su lado. El muchacho portaba un arma, según la policía. Pero ello fue comprobado, si es que efectivamente así fue, sólo luego de detenerlo sin la preexistencia de pruebas de que hubiese cometido o estuviese por cometer un delito. Para la abogada de la Coordinadora contra la Represión Policial e Institucional María del Carmen Verdú, “justificar una detención arbitraria con un hallazgo que sin esa detención no hubiera sido posible, no es más que intentar justificar lo injustificable”.
De hecho, un juez de Garantías lo había absuelto en un juicio abreviado porque consideró que el acta policial que se labró cuando se lo detuvo era contradictoria con la versión que los agentes ofrecieron luego ante el tribunal. Según el documento, el joven caminaba por la calle y, cuando el patrullero cruzó, los oficiales advirtieron en él cierto “nerviosismo” y comenzaron a sospechar cuando, supuestamente “para desorientarlos, fingió tocar el timbre” de una vivienda. Según Verdú, “es una de las explicaciones típicas que dan en estos casos y hay muchas increíbles: que desvió la mirada, que aceleró el pasó, que rehuyó la mirada, que se paró o se sentó”.
Gustavo Palmieri, del Centro de Estudios Legales y Sociales, en tanto, consideró la detención del joven igual de inválida: “Las detenciones por sospechas deben basarse en cuestiones objetivas, no subjetivas. Si una persona corre con una cartera en la mano y hay alguien denunciando un robo de cartera, eso es objetivable”. Desde el punto de vista legal y procedimental, “si no hay denuncia, por más sospechas que el policía tenga, no puede detener, aunque sí seguir y observar hasta conseguir elementos que convaliden sus sospechas”, explicó Palmieri a Página/12.
Tras el primer fallo que absolvió al imputado, el fiscal Carlos Rousseau apeló justificando la “experiencia” y el “raciocinio” policial. Alegó que “la actitud policial resultó razonable conforme a la actitud sospechosa del acusado, que pudo ser evaluada por el personal de acuerdo con su experiencia”. Los camaristas de Casación Fernando Mancini y Jorge Celesia coincidieron con Rousseau, porque la intuición de los policías “devino acertada, y fue corroborada por el posterior secuestro del arma de fuego”. De esa forma, revocaron el fallo de primera instancia y dispusieron que se dictara uno nuevo.
“La Corte Suprema ya venía convalidando intervenciones basadas en el ‘olfato’ policial, que no es otra cosa que el prejuicio policial e institucional; no es casualidad que siempre resulten sospechosos los pibes jóvenes, pobres y con apariencia de trabajadores”, ajustició Verdú en diálogo con Página/12. Por el contrario, el tribunal justificó a los policías al entender que “el secuestro y la aprehensión sin orden judicial se encuentran respaldados, en cuanto los funcionarios policiales están habilitados a secuestrar en casos urgentes y aprehender en situaciones de flagrancia”. Y tocar un timbre parece serlo.
Sin embargo, dejaron en claro que las razones para la detención “deben existir al momento en que se realiza”, y no debe considerarse al resultado final como “un indicio en favor de la evaluación policial”. En el mismo sentido, Palmieri agregó que “las pruebas para la detención deben existir antes de la detención, según determina el derecho penal internacional”.
Informe: Luis Paz.
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