SOCIEDAD › PORRETTI, A PUNTO DE PEDIR LICENCIA COMO INTENDENTE
Según fuertes versiones, el jefe comunal pediría hoy al Concejo Deliberante una licencia por 30 días. Ayer sufrió la embestida de su propio bloque de concejales. Y salió duro a enfrentarlos.
› Por Horacio Cecchi
Estalló el verano en Pinamar. Estalló con esquirlas hacia todos los rincones. Ayer, el intendente autorrestituido Roberto Porretti retomó su cargo para enfrentar una carga de caballería de sus propias filas, que le exigieron que tomara una licencia por treinta días hasta que todo aclare o hasta que la Justicia dictamine. Fue el propio Rafa De Vito quien le recomendó el paso al costado temporario. Pero Porretti, en principio, se negó y se dispuso a dar batalla. Cargó contra sus propios concejales, especialmente contra el empresario de estaciones de servicio Víctor Pardo, de quien pidió fuera destituido de la comisión que investigaría el trámite de la supuesta coima. Los voceros de Porretti llegaron a difundir un escrito en el que la Justicia “ordenó la suspensión de la orden de detención del intendente”. Aunque todo se trató de un malabarismo mediático: en realidad, se trataba de la apelación de Porretti al rechazo de su eximición de prisión. La Cámara de Apelaciones de Dolores recién estará en condiciones de resolver el martes próximo. Para la Justicia es demasiado rápido. Para la política, demasiado tiempo. El propio gabinete oficialista se le dio vuelta a Porretti y durante toda la tarde presionó por su renuncia, su licencia o la renuncia en bloque de todo el equipo. Todo indica que hoy el intendente pedirá unas vacaciones por treinta días.
Hasta media tarde de ayer, la noticia que corría con el viento entre las dunas y los paradores turísticos fue que la Justicia había ordenado la suspensión de la orden de detención de Roberto Porretti. El encargado de difundir la nueva fue uno de los voceros del intendente, Martín Camargo. Blandiendo un escrito en su mano, encaró a los periodistas. “Es del Juzgado de Garantías Nº 3 y suspende la orden de detención. Estamos muy contentos. Esto fortalece la imagen del intendente”, desparramó Camargo. Lo cierto es que la suspensión no fue una decisión judicial, sino una cuestión automática del proceso. Cuando el martes pasado la fiscal Fernanda Hachmann pidió la detención de Porretti y Leonian, los abogados de Porretti se presentaron a pedir la eximición ante la jueza de garantías, que respondió verbalmente que la rechazaría. Pero el escrito de la jueza recién llegó ayer por la mañana, por lo que José Ochoa, abogado de Porretti, recién pudo presentar la apelación al rechazo durante la tarde. La apelación no es una decisión judicial, sino el pedido de la defensa, pero por garantías a la presunción de inocencia, la apelación mantiene la libertad hasta que la Cámara se defina. Como el hombre no está detenido, no hay urgencia. Lo que ayer blandía Camargo ante los periodistas era la apelación de la defensa y no un fallo de Cámara.
Un gesto de que Porretti necesitaba ganar tiempo e imagen. No parece suficiente. Ayer, la Intendencia ardía más que la arena caliente de las dunas. La carga de los concejales oficialistas contra su propia cabeza ejecutiva tenía su sentido: el temor de que Porretti, en su caída, arrastre a todos. Los dos primeros en caer serían el Rafa De Vito y Víctor Pardo, que amén de sus cargos de primero y segundo concejales, son empresarios capitostes de la campaña triunfalista que colocó a Porretti en la intendencia birlando el despacho al perenne Blas Altieri, a quien habían aportado en su momento más que hombros. También cargó contra el intendente el concejal Horacio Errasquin, también oficialista y presidente del PJ local. Ni imaginar los cuatro altieristas, que más que licencia clamaban por el sacrificio público.
Durante la mañana, el Rafa pidió a Porretti que tomara una licencia. El intendente la rechazó, salió al cruce en conferencia de prensa en la que no dijo nada y precisó mucho menos, pero sólo apareció para decir que estaba “en el trabajo, como cualquier día normal, firmando expedientes y esperando la resolución de la Justicia”, según dijo. Sostuvo que no recibía el apoyo de sus concejales, “parece todo lo contrario”, dijo y apuntó contra Pardo, de quien sostuvo que no puede integrar la comisión que lo investiga “porque no tiene idoneidad para investigar a nadie”.
Desde el gobierno nacional, entre tanto, el jefe de Gabinete, Alberto Fernández, aportó su empujoncito cuando dijo que “no sé qué pasó, todo es raro, pero tristísimo, porque un montón de gente que confió en un cambio del modelo económico turbio debe sentir una gran decepción”. Estaba claro que desde ese lugar Porretti no recibiría apoyo. Tampoco lo había esperado: Alberto Fernández había apoyado otra línea del justicialismo.
“¿Quiénes lo apoyan, Porretti? –le preguntaban, insistentes, los periodistas a la luz de las internas y externas– ¿Está solo?.”
“No, a mí me siguen apoyando el PJ y los amigos”, respondía incrédulo el profesor de Ciencias Naturales.
Lo cierto es que por la tarde, la presión sobre el sillón del Ejecutivo era insostenible. A última hora, cuando el sol se retiraba de la playa, el entretenimiento de los turistas sobre la avenida Bunge era mencionar y escuchar el apellido del intendente y abrir una especie de apuesta sobre cuánto duraría en su cargo. En realidad, todo parecía indicar que poco y nada. Pardo, el concejal, había roto las cortesías cuando se animó a anticipar que el intendente quizás debía ser detenido. Y Porretti le había contestado que Pardo estaba incluido en el video de las supuestas coimas.
“Esto no se sostiene más. No hay tiempo para esperar la decisión judicial –dijo una fuente cercana al ardiente Concejo pinamarense–. Se está a un paso de la ingobernabilidad. Lo que se dice en todas las casas es que mañana (por hoy), Porretti pide licencia por treinta días. Si no lo hace, se queda solo.”
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