Mar 26.02.2008

SOCIEDAD

De cómo el Tractorcito Cabrera le ganó a la doctrina de Blumberg

La Cámara de Casación Penal le redujo la pena de 33 años a 25, porque ese monto violaba “el principio de la humanidad de la pena”. El tribunal invalidó la aplicación de la reforma Blumberg.

› Por Carlos Rodríguez

Con la argumentación de que con tan elevada condena se había violado “el principio a la humanidad de las penas”, el Tribunal de Casación Penal bonaerense redujo de 33 a 25 años la sentencia a prisión que un tribunal marplatense había dictado en contra de Daniel Agustín Cabrera, más conocido como Tractorcito, quien está detenido por robos a bancos y otros delitos. Los jueces de Casación se manifestaron en contra de la decisión del Tribunal Uno de Mar del Plata, que aplicó para el caso la llamada doctrina Blumberg, una ley que hace posible la aplicación de penas de hasta 50 años de prisión. “Yo no cometí ningún crimen ni atenté contra la democracia. Sólo soy un delincuente común que fui condenado por robos. Por eso, por acumulación de causas, me podrían dar 25 años, que es el máximo por homicidio simple, pero nunca 33 años”, le había dicho Cabrera a Página/12, durante una charla en el Complejo Penitenciario de Ezeiza, en junio de 2006. Casación le dio ahora la razón y sostuvo que además de violar “el principio de humanidad de la pena”, la condena anterior significaba “una forma retardada de sentencia de muerte”.

El nuevo fallo fue dictado por la Sala II del Tribunal de Casación Penal bonaerense, con la firma de los jueces Ricardo Borinsky y Víctor Violini. Los magistrados aplicaron el criterio de la ley más benigna y tomaron en cuenta que cuando Cabrera fue condenado aún no se encontraba vigente la doctrina Blumberg. La que regía entonces es una ley que, como tope máximo, fijaba 25 años de prisión. La condena contra Tractorcito fue dispuesta por el Tribunal Uno de Mar del Plata en diciembre de 2005. Ese tribunal había unificado varias condenas, desde una a tres años y seis meses de prisión –por adulteración de documento–, dictada por un tribunal de Bahía Blanca, y otra a 12 años de cárcel, dispuesta por el Tribunal Oral 5 de la Capital Federal, por el robo a un banco.

En su fallo, los jueces Borinsky y Violini consideraron que “penas superiores a los 25 años de prisión o reclusión devienen lesivas del principio de reinserción social, pues importan un monto de encierro desocializador al tornar ilusorio el reingreso de Cabrera a la comunidad; afectando como consecuencia los derechos a la protección integral de la familia y a estudiar”. Afirmaron también que la decisión de imponerle 33 años de cárcel “afecta el principio de humanidad de las penas, pues la sanción resultaría cruel, inhumana y tortuosa, perjudicando el derecho a la dignidad. Es una forma retardada de pena de muerte”.

En distintas charlas que mantuvo con Página/12, Cabrera, que ahora tiene 46 años, recordó que pasó “más de 30 años en prisión”, contando los años que estuvo en reformatorios. De origen humilde, Tractorcito, siendo niño, fue detenido por primera vez por el entonces subcomisario Luis Abelardo Patti, luego denunciado en varios casos de torturas y asesinatos. Cabrera aprendió a leer en el reformatorio, con la ayuda de la directora de uno de esos establecimientos. “Era una mujer que a veces hacía bromas porque yo era muy torpe, pero que me dio la oportunidad de aprender.”

A Cabrera se lo considera un “ladrón con códigos”, según admiten en charlas informales hasta sus propios carceleros y algunos de los jueces que lo condenaron. El lo explica a su modo: “A las viejitas no se les roba. A las viejitas se las ayuda a cruzar la calle. Yo fui ladrón de bancos y ahora quiero que me den la posibilidad de iniciar una nueva vida, después de pagar por lo que hice”. Siempre en la cárcel, Cabrera terminó la escuela primaria y la secundaria, además de convertirse en un lector compulsivo, que va de Maquiavelo a Jack London, y de Kafka a Borges, Cortázar, Schopenhauer o Nietzsche.

“Si no tenés la posibilidad de leer o estudiar, en la cárcel sólo tenés la salida de hablar con otros presos de los ‘hechos’ que vas a cometer cuando salgas en libertad. Cuando empecé a leer, primero pedía un libro y me anotaba en un papel todas las palabras de las que no conocía su significado. La próxima vez pedía el diccionario, para poder entender”, le contó Cabrera a este diario. En los últimos años, gracias a los conocimientos que adquirió en materia de Derecho Penal, la mayoría de los escritos presentados ante la Justicia los redactó él mismo, de puño y letra. Por eso, ahora quiere tener salidas transitorias para “poder estudiar abogacía y tener herramientas para empezar una nueva vida”.

Tractorcito, que nunca pierde el buen humor, ahora juega con la idea de dedicarse a la política y “poder ayudar a comprender que para combatir el delito hay que hacer que la cárcel sirva para resocializar a los que estamos presos”. Ya en broma, suele decir que tiene un slogan de fierro para ganar una elección: “Yo ya robé...”.

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