“Entre los trabajadores sexuales, quienes más usan preservativo son las mujeres; después, los trans; los que menos usan condones son los hombres que ejercen el trabajo sexual –reveló Rubén Mayorga, coordinador de Onusida para el Cono Sur–. Los varones son el sector menos conocido de los trabajadores sexuales: no hay organizaciones que los agrupen y es difícil conocer su problemática. En cuanto a la población trans, su cuidado de la salud sigue pautas más bien masculinas. En cambio, el cuidado de la salud está más arraigado en las mujeres. Por lo demás, en ellas la infección suele producirse por vía de sus parejas, con quienes no usan condón.”

–Es similar a lo que sucede con mujeres casadas en general –observó Página/12.

–Sí. Son infectadas por sus maridos, que frecuentemente ocultan ser bisexuales.

–¿Qué estrategia plantea Onusida para los trabajadores sexuales?

–Hacer campañas que involucren a cada comunidad y terminar con la discriminación a trans y a trabajadoras sexuales: las tarjetas sanitarias, que se les exigen en muchos países de América latina, las alejan del sistema de salud. A las que ya viven con HIV, la represión las clandestiniza y las despreocupa de la prevención. Hay que derogar las normas y edictos que ponen la salud bajo dominio de fuerzas policiales, sujeta a la corrupción y a chantajes como la demanda de sexo gratuito.