SOCIEDAD • SUBNOTA › QUEJAS POR LA FALTA DE PROTECCIóN
› Por Carlos Rodríguez
Desde Villa Gesell
Los indios querandíes, aunque nómades, supieron aquerenciarse en la zona donde hoy están el faro y la reserva natural que lleva su nombre. Se dice que los querandíes (el nombre significa “hombres o gente con grasa”, porque se alimentaban con carne y grasa de animales) fueron desalojados de este lugar por los pampas. Otros historiadores afirman que los querandíes son una de las tribus en las que se dividieron los antiguos pampas. La que hace alusión al nombre de la reserva es Rocío Salas, quien fue guardaparque del lugar durante seis años. Nacida en Mar del Plata, vive en Gesell desde hace 11 años y se desvive por informar acerca de la importancia que tiene la reserva. “Este lugar debería preservarse, pero no se hace nada. Antes de 2000 había 15 guardaparques. Después de ese año quedamos cuatro. Ahora no hay ninguno. Es un lugar que se está degradando porque los que lo visitan no tienen información, no saben de la importancia de cuidar a este lugar.”
Mientras estuvo en la Reserva Querandí, Rocío cobraba con planes Trabajar. “El problema mayor es la erosión costera y la reserva es muy importante para todo el ecosistema. Por eso debería ser una prioridad”, advierte. “En esta zona, la playa es muy ancha. La historia geológica dice que hace 7500 años el mar llegaba hasta donde hoy se emplaza la Ruta 11. En todo este tiempo, el mar se retiró diez kilómetros”, aunque en los últimos tiempos empuja fuerte, como si quisiera retornar a su antiguo territorio. “Las dunas costeras tienen mil años de formación.”
Rocío Salas afirma que en la reserva “todo es importante, incluso el subsuelo, que es un gran reservorio de agua dulce que puede degradarse por el accionar del hombre. Toda el agua que se consume en Gesell proviene de la misma napa, que se extiende a lo largo de la costa”. La reserva fue creada en noviembre de 1997 por ordenanza municipal 1487, tiene 5757 hectáreas de superficie, entre dunas, bañados, pastizales y playa. Es considerada la última porción del ecosistema de dunas costeras de la provincia de Buenos Aires, que originalmente tuvieron 180 kilómetros de largo y que hoy están muy modificadas.
Hay dunas móviles, que son las que están más cerca del mar, dunas fijas y semifijas. Estas se encuentran hacia el oeste de la reserva, en el campo. Las dunas tienen forma de medialuna o de estrella. Hay una fauna muy rica, que en algunos casos corre peligro de extinción. Hay liebres, tucu-tucos (roedores que tienen sus cuevas bajo las dunas), culebras, escarabajos, carpinchos, zorros, ñandúes y lagartijas de los médanos. En distintas épocas del año llegan miles de aves, entre gaviotas, gaviotines, chorlitos, sobrepuestos o teros reales. También está el ostrero, un ave que hace sus nidos al pie de los médanos. En forma ocasional, en el mar pueden verse pingüinos, lobos marinos y también se avistan ballenas francas, delfines, orcas y toninas.
El bosque lindero a la reserva fue obra del hombre. Lo hicieron para resguardar al faro Querandí. Hay 18 especies de plantas autóctonas. La mayoría son plantas medicinales: marcela, carqueja, redondita de agua, yerba de la perdiz, cola de caballo. El faro Querandí, una torre de 54 metros de altura, está instalado en el lugar desde el año 1922. Las 40 hectáreas que lo rodean pertenecen a la Armada. El faro presta servicio a la navegación costera y su destello puede observarse desde una distancia de hasta 30 kilómetros en días despejados.
Los ex guardaparques reparten, todavía, un folleto sobre la reserva. “Los querandíes vivieron durante miles de años en armonía con este sobrecogedor paisaje sin causarle ningún perjuicio o modificación”, se lee allí.
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