Jue 06.08.2009

SOCIEDAD • SUBNOTA  › UNA PUESTA DE MUJERES PRESAS TERMINO CANCELADA EN TUCUMAN

Bernarda Alba quedó detenida

Todo estaba organizado para presentar una obra actuada por mujeres presas. Pero las autoridades la suspendieron. La polémica.

› Por Horacio Cecchi

Una obra teatral producida y representada en una cárcel de mujeres por las propias internas logrará la mejor difusión a la que hubiera podido aspirar si todo hubiera seguido por los carriles acordados: las autoridades tucumanas impidieron que se estrenara La Casa de Bernarda Alba, de Federico García Lorca, en la unidad 5 de mujeres de Tucumán el 19 de junio pasado. Según aseguró a Página/12 el director de Institutos Penales provincial, Roberto Guyot, “no se trató de una prohibición sino de una suspensión para evitar contagios por la gripe A, como se venía haciendo en muchas otras actividades”. La coordinación sostiene, en cambio, que se trató de la lisa y llana prohibición de la obra. Más allá de que al 19 de junio nadie en el país hablaba aún de receso ni suspensión de actividades, la interrupción fue un trampolín de prensa impensable para las propias protagonistas.

Todo surgió a propuesta del Ministerio de Educación tucumano, que en acuerdo con la Oficina de Cooperación de la Unión Europea con América latina “EuroSociAl”, se organizó la formación y coordinación de talleres de actividades culturales como parte de una red de educación no formal dentro de las cárceles. Una de las cárceles era la U5, o Instituto de Rehabilitación Santa Ester, de la Banda del Río Salí, la unidad en cuestión. Las exigencias de la UE llevaron a que la convocatoria se realizara por concurso público. Así, en lo que se refería al Taller de Teatro, Fernando Korstanje ganó el concurso y literalmente se puso manos a la obra. Encargado de la producción del taller, de convencer a las internas a realizar una actividad desacostumbrada, de coordinar las acciones con las penitenciarias tan desacostumbradas como las internas, de llevar adelante ensayos y lo que fuera necesario para cumplirlos, conseguir espacio interior y sala exterior (porque la intención era llevar el teatro fuera de la cárcel), la tarea de Korstanje no fue fácil.

“Empezamos hace un año –explicó–. Primero sacamos una obra como ensayo, producida enteramente por ellas. El plan, haciendo referencia a los planes sociales, como una denuncia sobre la trata de personas y la corrupción política. Una mujer va a pedir ayuda en planes sociales a una política y ésta le dice, yo te doy el plan pero vos traé a tu hermana.”

Contarlo así suena fácil. Pero no lo fue. Basta mencionar que no fue fácil convencer a las autoridades para que al equipo de teatro (el coordinador Korstanje, el director, Mariano Quiroga, y uno o dos colaboradores) no se los registrara con esa especie de costumbre violadora que son las requisas a las visitas. Tampoco resultó sencillo encontrar el espacio físico: “El comedor no daba porque no todas participaban y estaba encendido el televisor, se escuchaban voces, ruidos”, señaló Korstanje. Fueron conquistando espacios hasta que, finalmente, obtuvieron uno impensado: la rotonda de guardia, donde se concentran las guardias, un espacio impensado para los coordinadores, para las presas y para las propias guardias. “Entre las actrices, que no se animaban, hasta las guardias que gritaban porque gritar parece una costumbre en sus comunicaciones y para que fueran aceptando que ese lugar lo irían ocupando nada menos que las presas, fue un trabajo demoledor.” Al fin, lo fueron logrando, al punto que las guardias fueron arrimándose con su mate a cuestas como espectadoras silenciosas.

Después, el grupo seleccionó la obra de Federico García Lorca, La casa de Bernarda Alba, porque cumplía con las particularidades requeridas: que todas las actrices fueran mujeres porque era una cárcel de mujeres; que se pudiera desarrollar con un escenario y vestuario accesibles; y que a las internas les interesara. Son seis actrices mujeres, en los papeles de Bernarda Alba, sus cuatro hijas y la mucama.

Los ensayos fueron transcurriendo con éxito y se programó el estreno dentro de la unidad, para el 19 de junio pasado. Unos días después, se tenía previsto estrenar Fuori muri, para lo que Korstanje logró la conocida sala Orestes Caviglia, en la capital tucumana.

Pero el 19 de junio, día en que estaba previsto el estreno al que acudirían jueces, funcionarios de gobierno, cámaras de prensa, y seguramente familiares, a Korstanje y Quiroga les prohibieron la entrada. “Las mismas guardias que hasta se habían entusiasmado con el proyecto –dijo Korstanje– tuvieron que decirnos que no podíamos ni siquiera acercarnos. Nunca desde entonces pudimos tomar contacto con el grupo. Todo quedó en la nada.” “A nosotras no nos explicaron nada de nada”, dijo a este diario Silvia Fernández, que representaba a Bernarda Alba. Para tener una idea del entusiasmo que desplegaron las internas durante ese año y las expectativas que tenían para el estreno, alcanza con el ejemplo de la propia Fernández: “Yo le pedía al juez que retrasara la sentencia porque yo sabía que iba a salir inocente y no me quería perder de actuar por estar libre”.

Guyot, director de Institutos Penales de Tucumán, aseguró que “no fue ninguna prohibición, es un absurdo. Cómo vamos a prohibir lo que estamos fomentando. Fue una suspensión porque en ese momento todas las actividades se venían suspendiendo por prevención para combatir el contagio de la gripe A. Qué sentido tenía que el Servicio Penitenciario no lo hiciera también. Pero apenas se termine todo esto, yo calculo que a fines de este mes, la obra vuelve”.

Lo que tiene la prevención en las cárceles tucumanas es su memorable capacidad anticipatoria: al 19 de junio nadie hablaba de suspender nada por la gripe A. Para Korstanje se jugaron otras cosas, celos de algún funcionario de Educación provincial, las elecciones, “que a Seguridad no le interesaba en lo más mínimo y aprovecharon al voleo”, aseguró el coordinador. Ahora, la promesa está puesta en fines de agosto. “No se sabe, a nosotros no nos dijeron nunca nada”, aseguró el coordinador de la Bernarda Alba que ni enrejada verá la calle.

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