Jue 06.08.2009

SOCIEDAD • SUBNOTA

Los casos que conmovieron al país

En la historia criminal argentina, la estadística de los llamados crímenes “pasionales” está encabezada por hombres que asesinan a sus mujeres, aunque hay también muchos casos en los que fueron ellas las que pusieron fin a historias –en su gran mayoría– de maltrato o infidelidad, o las dos cosas a la vez. Es mucho más notoria la diferencia, siempre con los varones en primer término, cuando se trata de casos tan espantosos como los descuartizamientos. Sin embargo, doña Tomasa Sampayo tiene el raro privilegio de haber sido autora, junto con su marido, del primer descuartizamiento del que se tiene memoria. Esto ocurrió en un caluroso febrero de 1845, durante el gobierno de Juan Manuel de Rosas.

En esos años, la Mazorca, brazo armado de los seguidores más fieles del Restaurador de las Leyes, se dedicaba a perseguir a los “salvajes unitarios”, que por lo general eran salvajemente reprimidos y torturados, con métodos que muchos años después repetiría la Triple A. Doña Tomasa Sampayo fue una vengadora, dado que su víctima fue su amante Antonio Posse, un hombre que trabajaba para Rosas.

Si bien el caso más famoso en la Argentina, en este tipo de crímenes, fue el cometido en 1955 por un oscuro corredor de seguros llamado Eduardo Jorge, alias “El Descuartizador de Barracas”, no le fue en zaga el truculento hecho protagonizado, un 24 de marzo (vaya fecha) de 1973 por la libanesa de 64 años Emilia Basil, que primero estranguló a José Pettriella, para luego seccionar su cuerpo y más tarde hervir su cabeza en una olla de su restaurante de la porteña avenida Garay.

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