La matrícula del campus virtual no está tan lejana de la matrícula de estudiantes que cursan y estudian de la manera tradicional. La diferencia, porque sí hay una y resulta notable, radica en las edades: los estudiantes virtuales “tienen, en promedio, 36 años”, explica Pablo Baumann, coordinador académico pedagógico del Programa Universidad Virtual. “La mitad de ellos vive en Capital Federal y Gran Buenos Aires y la otra mitad está distribuida por toda la geografía del país e, incluso, en una proporción menor, en el exterior. El 51 por ciento de ellos son mujeres, y el 49, varones. El 74 por ciento de ellos trabaja y el 67 por ciento tiene, al menos, un hijo.” Quienes recurren al campus a distancia, y por internet, tienen un promedio de 34 años en las carreras de grado, y de 41 en los posgrados.

En las cursadas virtuales, las clases se suben al sitio web de acuerdo a un cronograma, al igual que las asignaciones de los estudiantes; hay sistema de tutorías y hasta combinación con la modalidad presencial en momentos específicos (como podría ser un examen). Baumann acota que, por esas facilidades, a veces este tipo de cursada puede ser eficaz para quienes viven lejos o no disponen de tiempo, pero “a la vez está dejando de ser una manera alternativa”. El modelo pedagógico, sostiene Baumann, la vuelve “ideal para la formación continua, y sus estudiantes obtienen en ciertos contextos, rendimientos iguales o mejores que en las universidades tradicionales. El estudiante virtual administra sus propios ritmos de estudio, gestionando el tiempo y la dedicación según sus posibilidades. Aprende interactuando con el entorno, no sólo con la plataforma, sino también con los contenidos, con los docentes, los tutores y sus propios compañeros”.