Lun 18.01.2010

SOCIEDAD • SUBNOTA  › EN CONTACTO CON EL EMBAJADOR ARGENTINO EN HAITí, VáSQUEZ OCAMPO

Durmiendo a cielo abierto

La embajada quedó destruida. El representante argentino Vásquez Ocampo vive en carpas levantadas en los jardines del edificio. Vásquez, que pasó por la experiencia de cuatro terremotos en otros países, describe la trágica situación por la que pasa Haití.

“En el jardín de la residencia de la embajada, ahí estamos durmiendo a la intemperie. Por suerte, el clima nos ayuda: no está frío y no llovió.” La señal del celular del embajador argentino en Haití, José María Vásquez Ocampo, es tan débil como la estructura de la embajada –que permanece cerrada– y las miles de casas haitianas luego del terremoto. Junto a él las familias de diez empleados de la embajada pasan los días bajo el cielo como tantos otros en plazas y canchas de fútbol donde “hay mutua contención, cánticos y plegarias en las noches”, aseguró Vásquez, alejando las postales de los saqueos. Sin embargo, el embajador reconoció que “los miles de cuerpos aún bajo los escombros” son un peligro de brotes epidémicos, que la distribución de la ayuda mundial “es un desafío con los sistemas de trabajo, organización y comunicación destruidos” y que para reconstruir Haití “se necesita un nuevo Plan Marshall”.

“Los edificios públicos caídos, personas realizando rescates por sus propios medios, cadáveres en la acera, cadáveres en las entradas de hospitales y cementerios, un olor cada vez más fuerte; grandes grupos de gente caminando, personas tiradas en los jardines de entrada de los edificios, familiares pidiendo a los médicos que los atiendan”, graficó Vásquez la situación caótica del centro de Puerto Príncipe. Y aunque fue diplomático en Chile durante el terremoto de 1960 y en México cuando se derrumbó el DF en 1985, aseguró: “Nunca en mi vida había sentido y visto semejante drama”.

A 15 kilómetros del centro, la embajada argentina vive de cerca la derruida realidad de los haitianos. Las diez familias del personal haitiano que trabaja con Vásquez perdieron sus casas o quedaron resquebrajadas. “Vamos a hacer evaluación en las casas del personal y analizar la posibilidad de que el gobierno argentino los ayude económicamente en la reconstrucción”, adelantó el embajador.

La denuncia de los familiares de un sacerdote argentino, residente en Haití, a 22 kilómetros de Puerto Príncipe, que habían hablado con él hacía dos semanas y no habían vuelto a tener noticias suyas, llegó como versión contradictoria. Desde la embajada indicaron que respecto de los 14 argentinos residentes en Haití “estaban todos bien y reportados a la embajada”.

Aunque la ayuda humanitaria y las donaciones de alimentos y medicamentos llegaron desde todas partes del mundo, Vásquez advirtió que “el primer desafío es coordinar las tareas para que los materiales lleguen a la gente de manera eficiente. Todo el sistema de trabajo, de organización y comunicación del gobierno haitiano y de la misión de la ONU (Minustah) han sido destruidos y la coordinación de esfuerzos resulta muy difícil”.

Para afianzar la coordinación, el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) está realizando reuniones diarias a las 14 en las oficinas de la ONU que se reinstalaron en el aeropuerto local.

La emergencia sanitaria es el otro desafío para el cual una misión de 500 médicos cubanos está realizando una atención de emergencia en las calles de la derrumbada capital junto a los equipos de profesionales que arribaron de todas partes del mundo, y el Hospital Militar Reubicable Argentino continúa con su labor de atención al personal de la Minustah. “Está pendiente la posibilidad de brotes infecciosos y, en consecuencia, hay que ir elaborando mecanismos de prevención. La mayoría de los edificios que han caído no han sido removidos y los cadáveres están debajo aumentando la posibilidad de un brote epidémico.”

La catástrofe haitiana requiere de la asistencia inmediata, pero también los líderes mundiales comenzaron a pensar en la reconstrucción del país y hasta se esbozó la posibilidad de la evacuación de la isla. Para Vásquez esa información es “irrazonable”. “La respuesta internacional ha sido muy contundente en tanto emergencia. Pero en Haití se necesita un plan al estilo de lo que fue la Europa de posguerra, un Plan Marshall. Hay que reconstruir e impulsar el desarrollo social de una población que tiene al 80 por ciento en la pobreza y, de ellos, el 54 por ciento en la indigencia.”

Informe: Nahuel Lag.

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