Dom 31.01.2010

SOCIEDAD • SUBNOTA  › PIDEN CERRAR UN DESTACAMENTO

Un barrio con miedo

Frente a las irregularidades documentadas en la causa, muchas de ellas rescatadas de los testimonios de los oficiales del destacamento de Lomas del Mirador, la APDH y la Comisión de Familiares y Amigos de Luciano Arruga continúan pidiendo al municipio y al gobierno provincial el cierre de la delegación que funciona en la calle Indart. A cuatro cuadras del puesto policial, en el barrio 12 de Octubre, los vecinos prefieren tomar distancia de las acusaciones a la policía y recordar a Luciano sin opinar sobre el accionar policial.

Una pintada en el mástil de la plaza donde jugaba al fútbol, un graffiti frente a la esquina de su casa o su nombre sobre el cemento de la esquina de Perú y Arriola, donde sus amigos lo vieron por última vez la noche del 31 de enero. “Luciano” aparece como testimonio en las paredes y calles de la manzana, de pasillos y casas agolpadas, que Luciano recorría todo el día “hasta que rechazó trabajar para la policía: entonces lo comenzaron a parar, a amenazarlo con que no salga del barrio porque iba a aparecer en un zanjón”, contó a este diario Vanesa Orieta, hermana de Luciano.

César está sentado en una de las mesas de la esquinas. Allí también detienen sus carros los cartoneros del barrio, como Luciano lo hizo alguna vez. César recordó cómo Arruga se acercaba a pedirle “algún trabajito” pero evitó decir mucho más: “Yo me ocupo de mi familia, no me relaciono mucho con la gente del barrio y no sé qué pasa con la policía”.

Caminando por Perú se llega a la esquina de Bolívar, donde Luciano vivía con su madre y hermanos en una pequeña casa con camas cucheta. Teresa es una de las vecinas y su hijo David era amigo de Luciano “desde chiquito”. Pero cuando se le preguntó qué ocurre con la policía en el barrio, explicó que él no sale de su casa, que no anda por la calle y “por eso no le pasa nada”, agregó Teresa.

Para Orieta el panorama es otro: “La investigación muestra cómo actúa el destacamento, que continúa teniendo las mismas acciones violentas con la gente de barrio: la falta de respeto cuando van a buscar a sus hijos, que detienen por averiguación de antecedentes. Son personas que no están preparadas para tratar a la gente. Siguen deteniendo chicos del barrio para pedirles un par de pesos para dejarlos libres o los reclutan para trabajar”.

Ramona está sentada en la entrada del pasillo que lleva a su casa, a metros de la casa de Luciano. Ella también se mostró disconforme con la policía y dijo: “Andá saber qué paso con Luciano, con la policía...”. Pero antes de que siguiera el relato, Antonio, otro vecino, la interrumpe: “No hablés. No sabés qué te puede pasar”. Y agrega: “Quiero que se resuelva lo de Luciano, lo conocía desde chiquito. Pero yo trabajo y no me meto con nadie”.

Informe: N. L.

Nota madre

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