SOCIEDAD
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La saga de la violencia
La saga de incendios por mano propia continúa. En este caso se trata de un brote de violencia en el que la victimización de los vecinos en manos de un personaje con inusual poder en su territorio llegó hasta casi la muerte de un chico que trabajaba doce horas por día en una fábrica de Valentín Alsina. Allí estuvo el punto límite que soportaron ante la retirada del Estado, que sólo se pasea en patrullero por esos rincones adyacentes del Camino Negro. Algo parecido ocurrió en Ministro Rivadavia -un caso investigado por Página/12, igual que la venganza de Las Catonas– cuando los tiros de los Vanegas, una banda supuestamente bancada por la policía de Longchamps, casi matan a una familia completa. A eso le sobrevino la quema de los ranchos, y luego, tras una nueva provocación, el asesinato en presencia de decenas de vecinos, de dos chicos de 16 y 17 años. Por ese crimen hay cuatro hombres presos. Los cuatro juran que no fueron quienes dispararon a los ladrones. Los propios vecinos dicen que no fueron. La defensora oficial María Fernanda Mestrin apeló la prisión preventiva dictada a los cuatro: considera que no hay pruebas para acusarlos y denuncia en el escrito la actitud policial que llevó al conflicto.
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