SOCIEDAD • SUBNOTA
› Por Mariana Carbajal
“No tengo una posición tomada con respecto al trabajo sexual, pero estoy segura de que deben ser pocas las mujeres que lo ejercen libremente y que elegirían estar en esa situación si tuvieran otra oportunidad. Esos papelitos los ponen pibes a los que alguien les paga por esa tarea (seguramente tampoco acceden a un trabajo digno) y no creo que sean las mismas mujeres que se ven con pocas ropas las que pagan para buscar clientes de esta forma. ¿Habrá alguna víctima de trata en esos lugares? Esa es la gran duda, y la pista está a la vista de todos los que pasamos por enfrente”, consideró en diálogo con Página/12 Gisela Grunin, integrante de Periodistas de Argentina en Red por una Comunicación no Sexista (PAR). Desde hace un tiempo, Grunin empezó a retirar por propia iniciativa los “papelitos” con oferta de comercio sexual que encuentra por la vía pública. “Personalmente me hacen sentir incómoda. Culos, tetas y poses provocativas en lugares donde una no se lo espera: el marco de la puerta de un local, el teléfono público –que nadie usa salvo para colgar estas cosas—, cualquier rendija... Tal vez suene a “pacata”, pero pienso que hace el mismo efecto que el programa de Tinelli en la tele: naturaliza, hace cotidiana, normal, esperable una imagen de mujeres que nos reduce a objetos, a propiedad de los deseos de los hombres”, reflexionó Grunin.
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