SOCIEDAD • SUBNOTA › EL SACERDOTE FRANCISCO NAZAR, DE LA PASTORAL INDIGENA
El religioso denuncia que la represión y el avance sobre las tierras aborígenes forman parte de un plan para poner a Formosa “en manos de grandes empresarios”.
› Por Carlos Rodríguez
Desde Formosa
“El gobierno nacional tiene que darse cuenta de que mientras ellos van hacia un lado, el gobierno de la provincia va para el otro.” El cura católico Francisco Nazar viene acompañando las luchas de las comunidades aborígenes desde hace muchos años, primero desde la Pastoral Indígena y ahora desde el terreno político. Desde su lugar, reivindica el proyecto de “reparación histórica” de Formosa impulsado en su momento por el ex presidente Néstor Kirchner, pero afirma que el gobernador Gildo Insfrán tiene como meta “una provincia sojera y ganadera” y que sus planes significarían “la destrucción de los recursos naturales”. En ese marco, Nazar defiende a las comunidades indígenas y al líder de La Primavera, Félix Díaz, de quien dice que es “dirigente y profeta”.
El gobierno provincial ve a Nazar como uno de sus principales enemigos políticos desde su participación en el lanzamiento del Movimiento de las Organizaciones Sociales, que se presentará en las próximas elecciones a gobernador. Incluso lo acusan, sin base científica, de trabajar para medios monopólicos y empresas hegemónicas.
–Se dicen a nivel provincial cosas muy duras contra Félix Díaz y la comunidad La Primavera. ¿Qué opina usted sobre lo que está ocurriendo?
–Félix no es un cacique, es un dirigente, un profeta. El se dio cuenta de que con la ley nacional 26.160 existía la posibilidad de un ordenamiento territorial, de tierra y territorio. La comunidad podía avanzar sobre su territorio, lo que es bastante complejo, porque además de los particulares está Parques Nacionales. Acá tenemos que entrar en la lógica indígena: una cosa es la tierra y otra cosa es el territorio. La tierra es la que tienen titulada y el territorio es lo que las constituciones nacional y provincial expresan cuando dicen “tierras aptas y suficientes” para la vida humana. El problema está en quién decide qué se considera “apto y suficiente”.
–¿Cuál es la postura del gobierno provincial en ese punto?
–Ellos dicen que son suficientes las 300 mil hectáreas que las comunidades han recuperado con su lucha en toda la provincia, pero acá aparece la contradicción que indica que hay cinco tipos, dueños de empresas grandes, que tienen mucho más. Es gente de afuera, que viven en Australia, en Buenos Aires. En ese marco fue que Félix quiso avanzar con su comunidad en este ordenamiento. Ahí es donde se produce el conflicto.
–Allí es donde entra la familia Celía.
–Se trata de un problema muy complejo, porque cuando se producen estas cosas los pobres no tienen abogados. Es muy difícil luchar con el opresor que viene con el poder jurídico, el económico y el político. El conflicto comienza cuando los Celía toman una parte de la tierra de la comunidad y se la venden al gobierno de Insfrán para hacer una tecnicatura.
–¿Ya iniciaron algún tipo de construcción en el lugar?
–Lo han iniciado, pero lo más jodido es que ese tinglado que están armando lo está haciendo la policía. Félix y su gente, después de hacer cientos de gestiones, de superar la “compra” de algunos de los dirigentes de su comunidad, sigue luchando por lo mismo que querían sus ancestros.
–¿Hay divisiones en la comunidad?
–Está dividida por dos motivos: uno es por el gobierno y otro factor está representado por las iglesias. Hay cerca de 23 iglesias distintas cuya teología está basada en que en esta vida sólo tenemos que purificarnos para recién “poder ser” cuando lleguemos al cielo. Todo lo que pasa mientras estamos vivos, hay que vivirlo con fatalismo. Eso también ha frenado mucho al resto de la comunidad.
–Desde el gobierno, e incluso de algunos sectores populares, se dice que los que están en conflicto son unos pocos.
–Ellos hablan de un grupito de 30 o de 60 personas. Lo que no se tiene en cuenta es que funcionan como ese grupo del Che y de Fidel Castro que está preparando el asalto al Moncada (se ríe). Los otros se están dando cuenta y se van a seguir dando cuenta de que Félix y los suyos tienen la razón. Ahora se produjo una muerte y ese muerto es familia de todos los demás. No son tan pocos, como se quiere hacer creer.
–Es contradictorio todo, porque Félix Díaz es a la vez una persona muy respetada, incluso por algunos de los que no lo quieren.
–Félix es un tipo de una integridad absoluta. Lo han querido sobornar, lo han querido hacer caer en las trampas que son propias de esta provincia, pero él está firme. Y no es sólo su familia, sus más cercanos. Son distintos dirigentes de su comunidad los que lo están acompañando.
–La situación no comenzó con el corte iniciado hace cuatro meses.
–Viene de mucho antes, porque Formosa tiene varias cuestiones que complican la situación. Por un lado tiene un gobierno con una reelección indefinida, que fue impuesta en su momento por Insfrán. Esto tiene vigencia para concejales, intendentes, diputados y gobernadores. Esto hizo posible que este hombre haya estado cuatro años como diputado provincial, dos períodos de cuatro años cada uno como vicegobernador, y ahora cuatro períodos de cuatro años como gobernador. Y lo peor de todo es que su proyecto tiene que ver con la entrega de los recursos naturales.
–Desde su visión, ¿ese plan qué consecuencias podría tener?
–Quiere destruir el bosque chaqueño y quiere convertir a Formosa en una provincia sojera y ganadera en manos de los grandes empresarios. Todo ese plan está detallado en la página oficial de la provincia y se titula La Formosa del 2015. En el plan figuran obras fastuosas que significarían modificar el curso de las aguas para inundar campos que hoy son áridos, para sembrar arroz. También está en conflicto con los aborígenes del bañado La Estrella. El gobernador decretó que el Estado es propietario del bañado “hasta su máxima crecida”. Estas son formas de expropiación encubierta que perjudican a los pobladores de esas comunidades.
–Esta es una provincia rica en recursos naturales.
–Hay mucho petróleo que se está explotando en el oeste de la provincia. Al principio era YPF, una empresa nacional y social. Cuando (Carlos) Menem, la desgracia del norte, decide terminar con YPF, miles de personas quedaron sin trabajo, porque no fue solamente eso, sino también el ferrocarril, el gas, entre tantas cosas. Ahora acá tenemos petróleo, pero está en manos de los poderosos. Lo triste del caso es que todo ese petróleo está en tierras indígenas. Allí están las comunidades wichí y también algunas criollas, de ganaderos pobres. También tenemos otras riquezas naturales por defender, como el gas, el Acuífero Guaraní, que es una reserva de agua impresionante, y tenemos una biodiversidad que abre las puertas al turismo. Lo que hay que ver es si queremos un turismo para ricos o si lo encaramos de una manera social, como en la época de Perón. Lo que pasa es que en el proyecto del gobierno no tienen cabida ni los indígenas ni los criollos, es decir, no tienen cabida los pobres.
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