El verano de la crisis fue el que marcó lo que parecía ser una estampida de ricos preocupados: “¿Se vienen los porteños? –tituló la página de Internet Punta Web hace algunos meses–. El rumor no para: los argentinos de clase alta eligieron Punta del Este para escapar de los estallidos sociales que amenazan su tranquilidad”. En ese momento se observaba un notable aumento de consultas de argentinos en la policía y los colegios locales. Como una de esas tantas modas que hacen furor en verano, esa explosión de consultas por propiedades, escuelas y coberturas de salud luego quedó en la nada. “Venían todos a averiguar, e incluso unos cuantos famosos se sacaron fotos frente al colegio para revistas de moda que decían: ‘Nos mudamos a Punta’. Pero después no pasó nada”, contó Alfredo Tazano, administrador del Instituto Uruguayo Argentino, uno de los colegios de Punta del Este donde unos 150 alumnos son argentinos, lo que representa el 25 por ciento de la matrícula total.
Pero el entusiasmo duró poco, la mayoría nunca se fue y otros sólo estuvieron algunos meses. Sin embargo, el amague alcanzó para que los operadores inmobiliarios locales advirtieran que ahí podía estar la salida a la caída en la actividad de verano. Aunque ellos lo advirtieron primero, el gobierno uruguayo enseguida les dio su apoyo. “Esto es promover inversión y gente que consuma servicios todo el año. Es parte de una estrategia de país para que el turismo no sea sólo de tres meses”, explicó Bordaberry.
La opción de ir y venir suena imposible al bolsillo de la mayoría de la gente. Sin embargo, existen los argentinos que mantiene sus trabajos en Buenos Aires y viven en Punta del Este. Analía Hellman y Oscar Abramzon se fueron hace 5 años. La primera alternativa planteada era una casa en un country pero la idea de alejarse de la ciudad tenía para ellos más que ver con un cambio de vida que con escaparse de la inseguridad.
Mientras sus dos hijas, de 8 y 10 años, van a la colegio y estudian teatro en una escuela creada por otra argentina, el matrimonio reparte la semana entre Punta del Este y Buenos Aires. “Los dos somos psicoanalistas y tenemos cada uno nuestro consultorio en Buenos Aires. Así que viajamos para allá todas las semanas. Yo voy los miércoles y vuelvo los viernes. Y mi marido va los domingos y vuelve los miércoles”, cuenta Analía.
Es que para los que pueden pagarlo, es posible aterrizar acá en sólo 45 minutos. Con tres frecuencias diarias y como resultado de la demanda creciente en el último tiempo, desde hace algunos meses existe un charter aéreo para hacer el vuelo cotidianamente desde Punta del Este.