Caía la noche sobre las tribunas. “Primero se rezó el rosario, luego se entonaron las estrofas del Himno (muy ovacionado), luego se produjo la homilía del arzobispo, posteriormente actuó el ballet folklórico juvenil”. Dice la crónica de diciembre de 2001 que más música, baile y alegría siguieron para celebrar la entronización de la Virgen de Guadalupe en la cancha del Club Atlético Colón de Santa Fe. Sólo unos meses después, Storni debió renunciar y alejarse de la ciudad, de la provincia, luego de que llegaran a la Justicia las denuncias de jóvenes seminaristas de quienes había abusado sexualmente.

Pero ese miércoles de mediados de diciembre, poco después de la Inmaculada Concepción, era todavía arzobispo y presidía la pompa. Además de autoridades del club, el municipio y la provincia, la crónica dice que lo acompañaban “el vicario, padre Hugo Capello; los sacerdotes Strina, Bonacinia, Axel (N. de R.: Arguinchona, de destacada actuación pública en esta crisis de la Virgen, un rol enfatizado por su fanatismo sabalero) y Bovero, entre otros”. También estaban “unos siete mil espectadores que se ubicaron en la platea este”, para no perder detalle de la platea oeste, donde transcurría la entronización tan esperada.

La ceremonia transcurrió “en un clima de respeto y devoción por la Virgen”. Al terminar, ante la concurrencia, quien presidía entonces el club congratuló a los ideólogos de la entronización. Los felicitó, rescató la crónica, por el “acto de fe que perdurá con la imagen de la Virgen en el Brigadier López”.