Sáb 12.04.2003

SOCIEDAD • SUBNOTA  › LAS CONTRADICCIONES DE CARRASCOSA Y LOS PRINCIPALES TESTIGOS

Cómo quedó desmoronada la coartada

Por H. C.

Cualquiera fuere la suerte que de ahora en más corra para Carlos Carrascosa, los datos formales de la contraofensiva que la fiscalía de Pilar descargó sobre él están basados en cinco testimonios (de una amiga de María Marta, de una amiga de los Taylor y su hija, de la mujer que concesiona el restaurante del club house del Carmel, y de un mozo) contrastados con la declaración indagatoria del propio viudo. Las contradicciones, como ya señaló este diario, por sí solas no indican la autoría del crimen, pero caen sobre él como una gota de plomo dentro de un vaso desbordante de sospechas. Tan sólo es necesario contrastar esas declaraciones para comprender por qué el fiscal Diego Molina Pico sostiene que Carrascosa mintió y por qué Carrascosa jura y perjura que el fiscal no tiene pruebas en su contra.
Catalina Vargas era empleada doméstica en la casa de los Bártoli. No trabajaba allí en forma permanente sino que era enviada por una agencia de contratación de personal doméstico. No estuvo mucho tiempo, porque poco después del crimen los Bártoli prescindieron de sus servicios. Tanto es así que el fiscal Molina Pico citó como testigo a la mucama que trabaja actualmente allí, de la misma agencia, que fue quien le proporcionó el nombre de Vargas. La escasa relación de dependencia con los Bártoli transforma al suyo en un testimonio veraz.
- En la indagatoria por el encubrimiento, Carrascosa declaró: “Nos quedamos viendo el partido que seguía (al de River-Boca, finalizado a las 18.07) con Guillermo, que era el de Independiente. Me quedé hasta un rato después del gol de Independiente, diez minutos después del gol, serían casi las 19 (el gol tuvo lugar a los 32 minutos del partido, o sea, a las 18.42)”.
- Vargas sostuvo: “A las seis de la tarde, levanté las tazas de café y los ceniceros porque ya no había nadie en la casa. El televisor estaba apagado”.
- Carrascosa dijo: “Ahí (después del gol de Independiente) me retiré y fui para mi casa, pasando por lo de Taylor porque quería ver cómo le había ido al hijo en un torneo de golf. No había ningún auto en la casa de Taylor, así que seguí hasta mi casa...”.
Pero María Magdalena Podestá de Cartier y su hija declararon que ese domingo por la tarde estuvieron de visita en la casa de Miguel y Nora Taylor. Aseguraron que estaba toda la familia.
Alba Máxima Benítez es concesionaria del restaurante del club house del Carmel. Gerardo Oberndofer trabaja como mozo en ese mismo lugar. No se encuentran motivos para que sus declaraciones sean mendaces.
- Benítez sostuvo: “Carrascosa estuvo tomando café conmigo entre las seis y las seis y media de la tarde, unos quince minutos. Charlamos, me invitó con un lemoncello. Después pagó y se fue”.
- Oberndofer dijo: “Yo le serví café. Llegó en su camioneta color azul, la estacionó en la playa. Creo que era el único auto esa tarde. Fue entre las seis y las siete de la tarde, se quedó unos quince minutos”.
Susan Murray es presidenta de la asociación Missing Children. Junto a ella trabajaba María Marta. El jueves siguiente a la muerte “accidental”, Murray conversó telefónicamente con Beatriz Michelini, la masajista.
- Murray declaró: “(Beatriz) me dijo que como no encontró a María Marta en su casa la fue a buscar y en el club house se encontró con Carrascosa”.
Michelini desmintió haber dicho lo que Murray asegura que dijo. Se mantuvo en su versión: “Estuve detenida en la guardia hasta que llegó el señor Carrascosa a su chalet. El hizo que me dejaran pasar. Cuando llegué al chalet, se asomó por la ventana del vestidor y me gritó: ‘Betty, no bajes las cosas, María Marta tuvo un accidente’”.
- Carrascosa dijo: “Cuando llego (al chalet), veo al guardia (Ortiz) que estaba tocando el timbre. Me pregunta si le doy autorización a la masajista para entrar; le digo que sí... (describe cómo encuentra elcuerpo de su esposa)... Voy a la antesala, abro la ventana y le grito a la masajista, que ya había llegado: ‘Betty, suba rápido. María Marta tuvo un accidente’”.
No son las únicas contradicciones. Michelini sostuvo que tuvo que incitar a Carrascosa a que llamara para pedir ayuda. Carrascosa dijo: “Inmediatamente llamé a OSDE”. Y negó que la amiga de María Marta, Inés Ongay, le expresara sus dudas sobre las causas de la muerte. Sobre las dudas, habrá que agregar además el lavado de las manchas de sangre, el cónclave del “pituto”, las llamadas a la policía, el certificado de defunción trucho, los deseos del viudo para evitar la autopsia, la ausencia de dolor en el semblante de Carrascosa según varios testigos y, desde el sentido común, las increíbles vueltas para congelar el caso en lugar de que el dolor transformara al viudo en una llama viva.

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