Antes de entrar en el caso Verón, me gustaría preguntarle cómo es pasar de representar a jóvenes torturados dentro de las cárceles mendocinas a Monzer Al Kassar, por ejemplo.

–Esta persona llegó a mí porque allegados a él que me conocían sabían del perfil que tenía y tengo en derechos humanos. Pensó que necesitaba un abogado que le garantizara el derecho de defensa. El contexto de la denuncia contra él parte desde el propio gobierno de Menem a través de José Luis Manzano, en ese entonces ministro del Interior. Los delitos de los que lo acusaban en Argentina nunca estuvieron relacionados con armas, drogas o terrorismo; sin embargo su imagen o su personalidad fue demonizada, siempre digo, como “el peor de la clase”. Eso también me provocó a defender al más malo, como penalista y como interesado en un proceso donde lo político era más importante que lo judicial. Sólo Yabrán reemplazaría a Al Kassar en la lista de los demonios a sacrificar.

–En contraste, usted representó a la mamá de Cristian Guardatti, desaparecido en democracia en la provincia de Mendoza hace ya veinte años. La semana pasada volvieron a hacerse exhumaciones buscándolo. ¿Hubo algún resultado?

–Estamos procesando la información y creyendo de nuevo en que esta vez daremos con él. Hasta el momento es sólo eso. Hilda Lavizari –la mamá de Cristian– me dijo en esta última búsqueda algo que me conmovió y que me hizo volver a Tucumán mentalmente. Me dijo que si los secuestradores ya habían hecho lo más grande, que era haberse llevado a su hijo y haberlo matado, que sólo quería abrazar sus huesitos para poder descansar.