Por A.G.-Y.

Entre tantas malas, ésta parecía una buena. Un francés, director de un departamento internacional en uno de los principales teatros londinenses, llegó a Buenos Aires pleno de admiración, decidido a promover el teatro europeo en Buenos Aires y el argentino en el Reino Unido y en Francia.
Hombre joven, de 36 años, Le Moine se concentró en aprender el circuito teatral porteño como si fuera a dar examen. Se entusiasmó con lo que vio en una semana, desde funciones hechas a pulmón hasta las presentaciones en el Teatro San Martín. Su decisión de llevar a autores locales a los centros del mundo, porque los respeta y porque le gusta el teatro argentino, merece nuestro respeto y hasta un algo de agradecimiento. Cuesta acostumbrarse a la idea de que el teatro argentino puede ser llevado, y hay quien se dedica a llevarlo, a los principales escenarios del mundo.
La entrevista transcurrió con Le Moine acompañado de dos jóvenes dramaturgos escoceses que se han convertido en estrellas del teatro británico, en estos tiempos en los que el gobierno le dedica enormes presupuestos a la promoción cultural. Londres, en este momento y al margen de parecer una ciudad militarmente ocupada por las precauciones instauradas por el gobierno por la guerra de Irak, también es centro de arte teatral. Tres mundos, el francés, inglés y argentino, cada uno tan diferente, se unían en un proyecto de traducción.