Estos hechos históricos emergen de a poco en el discurso público, ¿cómo entenderlos desde una perspectiva actual?

–Toda esta historia se traduce hoy en los intereses creados alrededor de la expropiación a los pueblos originarios, que tocan el actual sistema de propiedad de la Argentina. Intereses que se manifiestan alrededor de la minería o de la explotación forestal, afectando territorios indígenas. Abordar eso es una de las tareas pendientes de este gobierno, que es el que ha hecho avances enormes en materia de derechos humanos, que nadie puede discutir. En este caso, debe abrir la negociación con los pueblos originarios, reconocerlos como actores necesarios y buscar modos reales de reparación histórica.

–¿Y en el plano simbólico?

–En general, para los sectores urbanos el indígena todavía es un otro lejano. Por eso tiene que lograr otra presencia en el corazón de la vida política. En el Espacio de la Memoria tiene que haber un pabellón sobre el genocidio indígena, que tuvo un grado de atrocidad no superado. Sería interesante que los chicos que visitan el lugar dimensionen esta parte de la historia y comprendan los postulados de los revolucionarios de Mayo acerca de los pueblos originarios.