Lun 11.02.2013

SOCIEDAD • SUBNOTA  › EL CARNAVAL DESPLAZó LOS CAJONES DE VERDURA

El Central es una murga

› Por Sergio Sánchez

El Carnaval es un tiempo propicio para convertir la tristeza en alegría. Para dejar las diferencias de lado. Nada malo puede pasar en Carnaval. Los jujeños suelen decir que es un tiempo indicado para encontrar pareja y dejar las penas de lado. Ese espíritu, con matices, se repite en todos los rincones del país. Bajo el nombre Carnaval Federal de la Alegría, ese clima festivo se sintió el sábado en la inauguración de los corsos oficiales bonaerenses que se realizarán hasta el martes en el Mercado Central, Tapiales (partido de La Matanza). Se trata de una iniciativa del gobierno nacional que reúne a agrupaciones murgueras y a artistas populares de variados estilos musicales. Aunque con poca convocatoria, la primera noche contó con la participación de murgas locales y la actuación del grupo de cumbia santafesina Los del Fuego y los folklóricos Siempre Salta. Anoche (domingo) se presentaron el jujeño Bruno Arias y los rosarinos Kristania, hoy (lunes) harán lo suyo Los Parraleños y la murga uruguaya Agarrate Catalina, y mañana culminarán los festejos con el grupo de cumbia Tambó Tambó, siempre a partir de las 19 y con entrada libre y gratuita.

“Nada grande se puede hacer con la tristeza.” Con esa consigna del pensador Arturo Jauretche se celebrará el Carnaval Federal de la Alegría en 190 localidades de todo el país. Pero el sábado, la protagonista es Tapiales. Las instalaciones del Mercado Central dejan de lado por un momento las frutas y verduras y le dan lugar a la espuma, los redoblantes y los platillos. Durante varias horas, por un corsódromo de 600 metros especialmente preparado para la ocasión desfilan murgas con diversas identidades y propuestas. Detrás de las vallas, jóvenes y familias enteras arman su propia fiesta de espuma y baile. Las murgas son, ante todo, inclusivas. No hay restricciones de edad, religión o clase social para formar parte de ellas. En una murga no importa tanto la técnica de baile o toque, sino la actitud, la energía y las ganas de sumar a la fiesta. Vestidos con atuendos celestes, blancos y rojos, Los Kamikazes del barrio San Alberto (La Matanza) hacen su arribo a la pista con una columna integrada por los más pequeños de la murga. Dos de ellos no superan los tres años pero ya coordinan el clásico pasito murguero. Por supuesto, son los que más flashes y sonrisas reciben. En ese momento, dos conductores locales les ceden los micrófonos a los presentadores invitados: Florencia Peña y Camilo García.

Luego, la percusión explota con la llegada de las murgas tipo porteñas Sangre Murguera (Villa Insuperable) y Los Bohemios de La Matanza. Ambas ponen al frente el ritmo y el baile. Pero la que hizo honor a su nombre fue Marcando Diferencia, de La Tablada. Su propuesta es una combinación de murga estilo porteña (por su vestimenta y división de roles), murga uruguaya (con cuplés y todo) y comparsa brasileña (con bailarinas que se robaron las miradas de la platea masculina). “Nací en un barrio murguero, muy cerquita del potrero / entre vías y placitas nos criamos con amigos / donde no podía faltar la pasta de la vieja”, cantaron sobre el escenario a modo de introducción. Aunque cada murga representa a su barrio y tiene su propia impronta, hay ciertos rasgos que se repiten en todas. Por ejemplo, en los trajes de los integrantes de las murgas se ven diseños vinculados con símbolos de la cultura popular: figuras religiosas, cuadros de fútbol, personajes animados (los niños y niñas de Los Kamikazes lucen un Mickey en su espalda), entre otros. Los últimos en sacarle brillo al empedrado fueron los 160 integrantes de la murga A Todo Ritmo, de Rafael Castillo. Pero la fiesta aún no había terminado.

El “Banana” (Juan Carlos Mascheroni), líder de Los del Fuego, se sube al escenario y no necesita presentaciones. El público se enloquece cuando su figura aparece en escena. Con más de treinta años de carrera, el cincuentón tiene la voz intacta y un impresionante manejo del público. El grupo abrió con el clásico “Déjame entrar” (de Makano), infaltable en cualquier baile o fiesta popular. La música de Los del Fuego trasciende generaciones y se caracteriza por su particular y cuidado sonido de guitarras. Por ese matiz cumbiero, el grupo hizo suyas canciones de artistas de amplios géneros: Maná, Soda Stereo, Patricio Rey y sus Redondos de Ricota, Víctor Heredia, Los Pericos, Bersuit, Bob Marley, U2, entre tantos otros.

Así, los punteos y rasguidos frenéticos de Mingo y la voz nocturna del Banana se conjugan para interpretar “Dónde estás corazón”. Algunos temas suenan tan naturales que algún distraído podría creer que pertenecen a Los del Fuego. De todas formas, la interpretación también es un arte creativo y los santafesinos saben poner su estilo a temas ajenos. Por entonces, ya no había vallas que delimitaran el corsódromo y el público estaba cada vez más cerca del escenario, coreando los temas, gritándole al cantante y moviendo hasta el último músculo. Y vinieron varios más, enganchados o enteros: “Jurabas tú”, “Un poco de amor francés”, “One love”, “Labios compartidos”, “Trátame suavemente”, “Y tú te vas”, “Pupilas lejanas” y “Persiana americana”. Media hora de cumbia santafesina. Bajaron del escenario y salieron corriendo a otro baile. El Carnaval parece no tener fin.

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