“Actualmente hay un valor agregado en los productos con imagen. La oferta es infinita”, dice Cristian Turdera, que llegó a la ilustración desde el diseño gráfico y en el camino aprendió a combinar las disciplinas en libros (editados aquí, en general por Pequeño Editor, pero también en Francia, con Éditions Milan), ilustraciones para revistas y grandes agencias de publicidad. La facilidad con que hoy pueden realizarse productos seriados, explica, multiplica las posibilidades de los propios ilustradores, aun cuando no sean famosos o cuenten con la protección de una editorial. Hace no mucho, una pyme buscaba quien ilustrara un lote de termos; la propuesta era realizarlo de a pequeñas cantidades, porque es posible ir imprimiendo según demanda, en lugar de jugarse con grandes números de una sola vez. “La industrialización se democratizó un poco”, lo mismo puede aplicarse a productos gestionados por los propios autores: remeras, láminas, tazas, objetos seriados en pocas cantidades.

Esa misma lógica, explica Turdera, también se puede aplicar “para tener obras numeradas, o prints de calidad por un costo razonable. Si vendés una tirada de 50 prints numerados, podés imprimir de a diez”, como en el caso de los giclées, las láminas firmadas que varios autores argentinos comercializan en tiendas online globales, como Etsy, que a la larga tanto funciona como plataforma de divulgación de su trabajo como red entre artistas. Lo mismo, claro, podría decirse de las redes sociales, donde los autores también hacen conocer su obra, como el propio Turdera, que además de mostrar y vender algo en cristianturdera.com, en Twitter es @cristianturdera y tiene @eltopoilustrado, un proyecto experimental en el que ilustra textos de otro usuario, @eltopoerudito.

La obra no circularía sin un público, pero hoy, dice Turdera, “hay adultos que se permiten leer imágenes”. “Antes un libro de imágenes era exclusivamente para niños, y hoy puede ser para un adulto también. Cada vez hay más adultos que usan remeras con dibujos de Hora de aventuras (una serie animada). Hay espacios donde uno, como adulto, se permite disfrutar de la imagen.” Y la enumeración sigue: “Cuando te comprás un vestido, mirás el estampado; podés conseguir zapatillas de 30 colores diferentes cuando hace 20 años había tres...”. Es “una tensión en lo comercial, otra oferta, y esa oferta hay que llenarla con contenido también. Y en el público aparece como moda. Pasa, por ejemplo, que hay gente que arma su casa y piensa en comprarse un cuadrito, que por ahí le sale lo mismo que un velador de diseño”.

¿A qué se parece toda esta dinámica? A “una bola de nieve, nada de esto va para atrás”.