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La seguidilla de puebladas
El reclamo de mayor seguridad generó dos puebladas en los últimos quince días. La primera fue en el pueblo santafesino de Arequito; la segunda, tres días después, en la localidad bonaerense de Arrecifes. En los dos casos, el asesinato de un vecino fue la llama que encendió la movilización popular.
La pueblada de Arequito se originó el 16 de junio, tras el homicidio de Luis Cignoli, custodio de un boliche, muy apreciado por los vecinos. Después se supo que la muerte ocurrió en el marco de una pelea y que Cignoli estaba alcoholizado. Pero, en ese momento, los vecinos no lo sabían y tomaron el caso como símbolo de la inseguridad local. Unas dos mil personas se concentraron frente a la comisaría local y la apedrearon. Algunos de los manifestantes lograron ingresar a la seccional y casi linchan a uno de los testigos del crimen, al que confundieron con un detenido. Fueron reprimidos con balas de goma y gases lacrimógenos y terminaron incendiando dos autos. El alzamiento popular se extendió un par de días. Hubo multitudinarias asambleas en la plaza central en las que los vecinos llegaron a pedir la expulsión de la familia del imputado del homicidio y de otras dos, a las que calificaron de “indeseables”, todas ellas habitantes de una villa de las afueras de Arequito.
El 19 de junio se prendió la llama en Arrecifes. Al grito de “¡justicia, justicia!”, otra multitud se plantó en la comisaría local para exigir mayor seguridad, después de asistir al sepelio del productor Eduardo Pedro Vesprini, asesinado cuando intentaron asaltarlo. La protesta de Arequito derivó en el reemplazo de todos los integrantes de la comisaría. En Arrecifes, se intervino la seccional. Tanto el gobernador Carlos Reutemann como Felipe Solá, prometieron más policías para cada localidad.
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