El Counter Strike es el juego más popular entre los usuarios de videogames. Típica batalla futurista entre terroristas y policías, lo piden casi el 90 por ciento de los usuarios. Estos juegos no son los clásicos videogames, y no sólo porque funcionan alimentados por un mecanismo de inteligencia artificial. La interconexión entre las máquinas permite jugar en tiempo real contra otros participantes reales asentados en el lugar o conectados a distancia remota. Así, además de jugar contra la máquina, todo el mundo puede hacerlo contra otras personas.
El juego está compuesto por varios circuitos que van cambiando cada veinte minutos. En ese lapso, los policías y los terroristas se van enfrentado en rounds de tres minutos hasta que uno solo sigue vivo. La historia tiene una anécdota: los terroristas quieren poner una bomba y los policías tienen que impedirlo. Antes de la largada, todo el mundo le pone un nombre a su personaje y cuenta con treinta segundos para comprar una serie de instrumentos. El abastecimiento incluye equipos y armas. Los jugadores pueden seleccionar los modelos que cambian de precios y de peso. Tienen un presupuesto para enfrentar los gastos y deben recapitalizarse a lo largo del juego.
Aunque no son las primeras máquinas del tipo, los juegos en red cuentan como plus con la intervención de otros humanos en la mediación con la máquina. El desafío del juego se desplaza de la máquina a los participantes. En esa apertura empieza a ocurrir de todo: desde gritos hasta formaciones de bandas de adolescentes que se trasladan de locales para competir con otros “clanes”.