Se conocieron ayer detalles de la declaración testimonial de Jorge Mangeri que fuera suspendida primero por la fiscal a raíz de las contradicciones del encargado y luego, en una segunda instancia ocurrida minutos más tarde, cuando Mangeri –según el texto– pidió nuevamente hablar con la fiscal Paula Asaro y allí directamente se autoincriminó con la frase ya conocida: “El responsable de lo ocurrido en Ravignani 2360 fui yo, mi esposa no tiene nada que ver”.

El canal de noticias C5N accedió a la declaración testimonial y al dictamen médico realizado el viernes 14, instantes antes de que se ordenara la detención de Mangeri.

La propia declaración del encargado encierra evidentes contradicciones, pero para la fiscal lo decisivo fue que, además, sus dichos se contradecían con los de su esposa.

Entre otras cosas, en el texto de la testimonial se evidencian las siguientes idas y vueltas:

- El encargado dijo que el lunes –día del crimen– estuvo limpiando el hall y a las 10 de la mañana, justo en el horario en que volvió Angeles, se fue a su departamento del octavo piso a tomar unos mates con su esposa.

- Más tarde en la misma declaración se rectifica y sostuvo que en verdad su esposa no estaba, que se había quedado en casa de los suegros en Pacheco.

- En la testimonial del viernes 14 dice, primero, que no se acuerda dónde durmió el miércoles, dos días antes. Después se acordó de que durmió en su casa, algo evidente porque la televisión lo filmó en la puerta del edificio.

- Cuenta que cuando manejaba su automóvil se le cruzó un Polo azul desde el cual un hombre lo amenazó con un arma y un cuchillo tramontina. El sujeto no se bajó. Inicialmente, Mangeri dice en su declaración que eso ocurrió el miércoles a la mañana, pero un par de fojas más tarde se rectificó y dijo que ocurrió el jueves. Lo curioso es que la amenaza consistió en que le dijeron que tenía que ir a declarar.

- Mangeri manifiesta que en la misma noche que fue a declarar –o sea la del viernes–, alrededor de las 20, lo interceptó un patrullero viejo, lo subió al mismo un hombre de uniforme que le dijo que lo llevaban a declarar. Sin embargo, después le puso tres precintos, una bolsa y luego una gorra en la cabeza, lo golpeó y lo picaneó. Todo dentro del supuesto patrullero. Un par de fojas más adelante, rectificó: “No, no me picanearon, me quemaron con un cigarrillo”. Finalmente lo dejaron sobre la avenida Bullrich, en Palermo, frente al supermercado Easy.

- Durante la mañana de ese viernes se fue a Escobar a ver a un familiar, integrante de la Policía Bonaerense, para que lo asesorara. En este punto también incurrió en una serie de contradicciones sobre la forma en la que se comunicó con Cecilio, su familiar, y terminó declarando que ese viernes perdió su celular y su tarjeta SUBE con la que había pagado el pasaje para ir a ver a Cecilio.

A raíz de las contradicciones, la fiscal ordenó el cese de la declaración. Y minutos después, el propio Mangeri pidió volver a ver a la fiscal y en ese momento se autoincriminó. El acta lleva la firma de la fiscal y el secretario. También se ven otras dos firmas.

El informe médico legal del viernes 14, momentos antes de la detención de Mangeri, detalló las heridas que tenía en el cuerpo. “Hay lesiones donde es difícil establecer una data precisa, por las modificaciones producidas sobre las mismas, con probable elemento líquido cáustico”, señala el parte médico.

Las heridas que el portero presuntamente intentó disimular son “tres lesiones con sangre coagulada en la zona lumbar izquierda, una de siete centímetros, que datan de 3 a 5 días de evolución, producto de roce o golpe. Otra en el antebrazo derecho y una más en el borde cubital” del mismo antebrazo.

Cuando fue revisado, Mangeri presentaba otros hematomas y lesiones puntillosamente detallados en el informe que firmaron los doctores Gerardo de Cagno, Sandra Berlusconi, José Alí y Alfredo Sapag.