SOCIEDAD • SUBNOTA
› Por Soledad Vallejos
El impacto de Fort venía por su parentesco con el mito. “En alguien que tiene una biografía de rebelde ante la familia, que es una familia rica, y que se reconstruye de cuerpo entero, hay una cosa mítica”, observa el sociólogo y docente de la UBA Carlos F. de Angelis. En esa conjugación de voluntad, biología y tecnología radicó uno de los anclajes más fuertes para que una figura salida de la opacidad de lo privado se instalara en un espacio público televisado con intenciones de permanencia.
Fort “sintetizó un ideal del éxito explosivo. Así fue el armado de su carrera: explosivo. En el programa que hacía a medianoche, el reality, era una estrella en su propio programa, era una especie de rey. Esa imagen que transmitió fue la de alguien que pudo, viniendo de una familia rica, romper una tradición familiar de discreción y meterse en la otra, la de ser en poco tiempo ser exitoso en los medios y volverse conocido”.
–Era en algún sentido la era del vacío puesta en un personaje: sus tatuajes, sus cirugías, el ponerse taco en los talones. Era muy fuerte porque estaba sintetizando un mundo muy actual. Uno empieza a naturalizar a las mujeres con siliconas, los labios artificiales y la estética que trae aparejada eso, pero él lo condensaba. Y además ponía en escena su sexualidad: sus novias, que después no eran tales, sus novios. Era toda la posmodernidad puesta en una persona. Condensaba todo y ahora se muere y nace un mito.
–Fort va a quedar como una especie de Rodrigo. No importaba si era querido o no, sino que pasa por esta construcción ideal de la que él era una encarnación. Lo veo como un mito griego: alguien que busca la perfección, que hace todo para acceder a la perfección y lo paga con la vida. Es la tragedia. Por eso creo que nos pega, porque tenemos lo de lograr el objetivo y morir en el intento. Ricardo Fort tenía apenas 45 años. Pero ésa es hoy una edad que apenas está en la mitad del recorrido de una vida común lejos de los medios. Por eso, con más razón, creo que Fort encarna esa cuestión la tragedia y todo exhibido ahí, en los medios, en la televisión, permanentemente. Lo que él mostraba todo el tiempo, y de manera deliberada, era una vida llena de lujos pero desgraciada. Con todo eso que hacía, era una persona triste. Me parece que es una escena fuerte. Por eso va a quedar.
La fama súbita de Ricardo Fort fue “la profesionalización del mediático”, aun cuando haya irrumpido “en momentos en que la figura del mediático ya atravesaba su fin de ciclo, con la televisión más en busca de lo testimonial, lo genuino, con esos personajes de la vida común y corriente entrando y saliendo de la tele, pero sin permanecer en el staff de famosos”, evalúa la docente e investigadora de la Universidad de La Matanza Adriana Amado. De alguna manera, si el heredero de los chocolates logró su estrella en el firmamento televisivo local fue gracias a encarnar el momento. “Era un hombre sin talento que condensaba la época: la intervención del cuerpo, el culto de la banalidad, la mediatización sin talento, la exhibición obscena de la vida privada, y señalo lo de ‘obsceno’ porque no es una condición de cualquier exhibición de lo privado. Eso a veces tiene que ver con objetivos sociales, con historias de vida. Fort también encarnaba el uso del otro sin saber muy bien para qué. Si iba a la TV, la TV lo recibía pero sin entender bien para qué. Lo vimos en el programa de Tinelli: lo contrató suponiendo que era un mediático, pero no sabía qué le aportaba al asunto. Uno de los rasgos más salientes de sus apariciones era el desconcierto que generaba.”
–Ramón María del Valle Inclán tenía el esperpento, que era ese personaje que tenía todos los rasgos desmesurados mediante el cual hacía la crítica de la época. Fort respondería a esa lógica del esperpento: es nuestro alter ego llevado a la desmesura. De alguna manera, su irrupción estaba hablando del culto del bienestar, de Miami como meca de la felicidad, del culto del cuerpo, pero todo llevado al extremo. Había una identificación con él que estaba jugando al extremo algunas cosas. En Showmatch, cuando llegaba, había gente sacando fotos al auto. El auto también era una desmesura. Pero ese auto no estaba desajustado con un país en el que todo el tiempo se marca un record de registro de autos 0km. Antes de que sucediera a nivel legislativo, Fort también puso en acto el debate de la paternidad de una pareja de hombres.
–Tenía algo de carpetazo al bienpensante. A veces el discurso progresista hasta tiene un tono moralista, cuando en realidad casos como éste nos vienen a mostrar la dificultad de tomar posiciones en el tema de paternidad.
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