En mis ocho años de gestión en la Dirección de Educación he vivido situaciones similares. Habrán sido 5 o 6 casos, que fueron excepcionales, aunque no dejaron de ser preocupantes. Todos son comparables con este caso por ser actos de violencia con la escuela como contexto, pero que no ocurren por la institución educativa en sí. A diferencia de otros hechos como el de Carmen de Patagones o el del alumno que mató a su maestra en Olavarría por ponerle una mala nota, este caso es grave porque estuvo premeditado, no hubo un brote psicótico de las chicas o algún problema psicológico previo. Salvo que en estos días se descubra que había antecedentes de peleas en la escuela o entre las compañeras, no creo que sea un error de la institución. Son situaciones extraordinarias que se introducen en el ámbito escolar, pero que pueden suceder en cualquier lugar porque se encuentran insertos en un escenario social más general donde la violencia sí es cotidiana. La escuela y todo el sistema educativo también son víctimas de este hecho, se dañan mucho. Ahora habrá que desplegar un trabajo intenso con especialistas que colaboren desde un punto de vista psicológico-institucional y acompañen a las familias de la víctima y de las agresoras, a los compañeros y sus docentes. También se deberá llevar a cabo un sumario administrativo para conocer si existían antecedentes en la escuela. El Ministerio de Educación tiene una obligación ineludible, no porque sea responsable de lo que pasó, sino porque lo es por todo lo que suceda allí de ahora en más.

* Diputado nacional por la provincia de Buenos Aires y ex director general de Educación y Cultura bonaerense.