A Nilda Gómez, madre de Mariano, muerto en Cromañón, la noticia de la muerte de Omar Chabán le despertó “sentimientos raros”. “No encontrados, sino raros: primero, porque nunca te vas a alegrar de la muerte de nadie; pero pasa también que en este caso Chabán no estaba en la cárcel.” Para Gómez, la cordobesa que en 2010 se decidió a estudiar derecho para entender la causa Cromañón y se recibió hace unas semanas, que Chabán gozara del beneficio de la prisión domiciliaria por estar enfermo de cáncer fue una manera de que el condenado lograra “zafar”. “Zafó hasta el final de sus días, estuvo un tiempito en la cárcel al principio, y después, le dieron la domiciliaria por enfermedad. Pudo evitar la cárcel. La muerte lo sorprende en esa situación. Es muy raro lo que pasa.”

La noticia tomó por sorpresa a decenas de sobrevivientes y familiares en la Legislatura porteña, donde comenzaba el “Simposio internacional sobre tragedias evitables 2014 (en el ámbito de la nocturnidad)” organizado por la ONG Familias por la Vida, que los nuclea. Durante una mesa de periodistas, pasado el mediodía, empezaron a sonar los celulares. Algunos de los disertantes intercambiaron mensajes, y uno de ellos anunció la muerte de Chabán. Gómez contó que “hubo gente que lloró, sobrevivientes que tuvieron una crisis en la sala”; agregó que para ella y otras personas la noticia fue, también, como volver en el tiempo el 30 de diciembre de 2004.

“Hubo gente que se abrazaba llorando, tuvimos que parar un ratito las actividades. Fue raro. Es como que estuvimos todos juntos, todos pudimos expresar lo que sentíamos, se escuchó de todo. Hay mamás que plantearon, con la foto de su hijo, que era la justicia divina de la que se habla. Y hubo alguna mamá que aplaudió también. Pero es lógico, porque los sentimientos afloran. La muerte de Chabán es algo que impacta en el movimiento Cromañón. Es un responsable que muere sin haber cumplido su condena.”