SOCIEDAD • SUBNOTA › INTERPRETACION Y DATOS SUELTOS
› Por Soledad Vallejos
“Como en otras coberturas policiales, en el caso Lola se construyen tres actores centrales a partir de los cuales se desarrolla todo el relato: la víctima, el victimario y el justiciero, que los medios parecieran reservarse”, señala la investigadora Mercedes Calzado. “En el caso Lola, la víctima, como en el caso de Angeles Rawson, se vuelve mediatizada: los contenidos que las redes sociales permiten mostrar dan cuenta de una intimidad a la que de otro modo los medios no podrían acceder. Cuando se habla del caso, se usan imágenes de Facebook, de Skype, la última foto, tomada con un teléfono en la estación ómnibus por la madrina. Esa inmediatez en la construcción de las noticias la dan las redes sociales. Antes era la familia la que elegía el rostro para da a conocer, como pasó en el caso Blumberg. Hoy, cualquier periodista, mientras los perfiles de las redes sociales sigan activos, puede tener a mano distintas opciones y elegir. En este caso, lo que muestran esas imágenes es una chica vital, de familia trabajadora y reconocida; también a su abuela con traje de chef. En otras coberturas, con información similar, se hicieron cosas distintas, como cuando el padrastro de Angeles Rawson era presentado como especialista en pesca y muchos periodistas lucubraban cómo podía haberla matado sirviéndose de ese conocimiento de pesca.”
La joven Chomnalez, observa Calzado, “es una víctima victimizada no sólo por el agresor, sino por lo que los medios construyen como entorno”. “Hubo comentarios periodísticos recurrentes del estilo ‘¿como la dejaron ir sola a Uruguay?’, ‘¿Cómo la dejaron ir si desconfiaban del marido de la madrina?’, ‘¿Cómo puede ser que la dejen ir a una playa con tan poca presencia de seguridad?’. Se dijo mucho que en esa playa no hay cámaras de seguridad, no hay policías, aunque en verdad tampoco es habitual que una playa tenga prevención de esas características. Y sin embargo, al final de cada comentario, queda picando esa idea de la chica que no fue cuidada. Esos comentarios terminan picando en el imaginario colectivo.” A eso, dice Calzado, se suma la figura de un victimario que oscila entre “el traidor”, cuando el sospechoso es un allegado a la víctima, o el “trabajador”, cuando quedan en la mira, como sucedió, jornaleros, albañiles, pescadores. Lo que sí está, y con contundencia, señala la investigadora, es la moraleja. “Se habló de un bosque peligroso, de médanos vivos, de playas inseguras. En algún modo, las coberturas están armando el relato de Caperucita Roja pero no en la versión de los hermanos Grimm, que tiene ese final feliz en que el cazador abre la panza del lobo y saca a la chica de la oscuridad. En este caso, es la versión de Perrault, donde lo que se busca es la prevención moral para que las jóvenes no se vinculen con extraños.”
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