SOCIEDAD • SUBNOTA › CóMO PREVENIR VIOLENCIAS
› Por Mariana Carbajal
El femicidio de Chiara Páez, de apenas 14 años, a manos de su novio, de 16, puso en primer plano la problemática de la violencia machista en los noviazgos adolescentes. Las elevadas cifras de chicas asesinadas por su pareja o ex pareja en los últimos años –casi trescientas desde 2008, según el Observatorio de Femicidios en Argentina– marcan que no se trata de hechos aislados. En la ciudad de Buenos Aires, una de cada 10 consultas por violencia contra las mujeres está vinculada con el noviazgo, de acuerdo con datos del gobierno porteño. “Desde hace muchas décadas los estudios feministas y la teoría de género nos brindan evidencias de que la violencia ejercida contra las mujeres se sostiene por un modelo cultural patriarcal. Hay que apuntar a que las nuevas generaciones puedan cuestionar ese modelo y vean que muchas de sus opiniones generan malestar, incomodidad y dolor. Y que los mitos que sostienen las ideas del amor romántico no son verdades”, advierte Lucila Tufro, integrante de la Asociación Civil Trama, que acaba de lanzar en la web el portal aAmarseAprende, dedicado a informar y abrir el debate sobre el amor, las parejas jóvenes, la sexualidad y los malos tratos en el noviazgo.
En entrevista con Página/12, Tufro repasó estrategias para prevenir y resultados de una investigación reciente que relevó opiniones de casi medio millar adolescentes de 18 provincias y a través de grupos de discusión con jóvenes de entre 15 y 20 años.
“La propuesta de nuestro portal es que chicos, chicas, padres, madres, docentes y profesionales puedan contar con información y recursos para pensar y debatir sobre los temas relacionados con la forma en que viven las relaciones afectivas y amorosas las y los jóvenes. Buscamos que puedan construir valores que ayuden a lograr parejas igualitarias y libres de malos tratos, guiados por la certeza de que el amor no es una cuestión de carrozas, príncipes azules o varitas mágicas, sino un camino de aprendizaje y construcción que lleva tiempo”, destacó Tufro. Desde el 1º de abril, en que fue lanzado, el sitio http://www.amarseaprende.tumblr.com/ tuvo más de 1600 visitas.
–¿Cuáles fueron las principales conclusiones del estudio sobre Jóvenes, relaciones de pareja y malos tratos en el noviazgo?
–Lo fundamental es que las nuevas generaciones siguen sosteniendo muchos de los mitos del amor romántico y esperan de sus parejas que cumplan con los roles de género tradicionales: las chicas, que ellos sean proveedores, que las cuiden; los chicos, que sus parejas respondan al modelo de mujer “recatada” y cuidadosa de su imagen. Y también que en el futuro sea una buena esposa y madre. Otro hallazgo importante es que reconocen la violencia explícita, sobre todo la que implica malos tratos físicos, y, al menos en el deber ser, la rechazan. Sin embargo, les cuesta mucho reconocer los malos tratos emocionales y psicológicos como el menosprecio, la humillación, la descalificación o la indiferencia afectiva. Y hay un tercer grupo de conductas que pueden ser considerados como malos tratos de baja intensidad que están completamente naturalizados, como el control y los celos. Más de un 60 por ciento de los y las jóvenes que encuestamos consideran que esas conductas son expresiones de amor.
–¿La violencia es cruzada, como sostienen algunas voces que pretenden invisibilizar la violencia contra las mujeres?
–Nos parece que hay que diferenciar de qué niveles de violencia estamos hablando. Los celos y el control son ejercidos tanto por varones como por mujeres y se relacionan con la inseguridad y la falta de comunicación. Sin embargo, en los relatos de los y las jóvenes vemos que tiene un valor diferente. Para las chicas la infidelidad o la traición les genera miedo a perder la pareja y quedarse solas. Depositan en el amor gran parte de su energía y de su identidad. En cambio, para los chicos lo más importante es no quedar como un “cornudo” entre sus pares. Tiene que ver con la afirmación de su masculinidad. Los malos tratos psicológicos, si bien hay excepciones, son ejercidos mayoritariamente por los varones porque implican un menoscabo de la autoestima y el ejercicio del poder dentro de la relación. No es porque los chicos sean “peores” que las chicas. Tiene que ver con cómo fuimos socializados.
–¿Cómo se debería trabajar en la prevención de los noviazgos violentos?
–Desde Trama pensamos que hay que empezar por trabajar sobre las relaciones de pareja y el amor. Allí es posible ver los valores tradicionales que pueden abonar la aparición de la violencia y los malos tratos. Desde hace muchas décadas los estudios feministas y la teoría de género nos brindan evidencias de que la violencia ejercida contra las mujeres se sostiene por un modelo cultural patriarcal. Hay que apuntar a que las nuevas generaciones puedan cuestionar ese modelo y vean que muchas de sus opiniones generan malestar, incomodidad y dolor. Y que los mitos no son verdades. Son más bien opiniones mentirosas y parciales. Una buena manera de empezar es aprovechar películas, series o canciones para analizar sus contenidos. En general, todos estos productos culturales sostienen los modelos del amor romántico y nunca se les pasó por la cabeza que puede haber otras historias y otras formas de amar. Sabemos que dar charlas no genera ningún cambio. Los procesos para trabajar estos temas son más largos y constantes, por eso creemos que el mejor ámbito es la escuela o los lugares donde los y las jóvenes desarrollan actividades regulares.
–¿Cuáles son los alertas que debería tener en cuenta la familia para ayudar a las adolescentes que están en una relación violenta?
–Lo más habitual es que inicialmente aparezcan en su noviazgo situaciones de control y celos. Esto puede generar que las chicas le oculten a su pareja información, que mientan en ciertas ocasiones para evitar las discusiones, que hagan cosas por obligación o que estén siempre pendientes de sus deseos. También se hace evidente porque todo el tiempo su novio manda mensajes a su celular o a sus redes sociales cuando no están juntos. En estas instancias para la mayoría de las jóvenes es muy difícil identificar esas conductas como malos tratos, pero sí vemos que generan malestar, tristeza o preocupación.
–¿Y qué puede hacer su familia?
–Tenemos que conversar con nuestras hijas para que tomen conciencia de ese malestar. Si además notamos que cambia sus rutinas, deja de hacer ciertas actividades de las que disfrutaba, deja de salir con sus amigos, sólo comparte momentos con los amigos de su pareja, no participa de las reuniones familiares o sociales por estar con su novio, pierde interés o rendimiento en sus estudios o el trabajo, es importante estar alerta. Las personas maltratadoras estimulan el aislamiento de sus parejas y crean una relación de mucha dependencia emocional que facilita la manipulación para poder ejercer el control de la relación. Cuando suceden estos cambios el grupo de amigos es una buena referencia. Conversar con alguno de ellos es útil para chequear si ven esos cambios de conducta. También los profesores o personas adultas que comparten actividades con ellas pueden ayudar a identificar una situación de malos tratos. Aunque muchas veces resulte difícil y nuestras hijas no quieran hablar de estos temas con sus padres o madres es importante intentar conversar y dejarles claro que pueden contar con ellos siempre. Que nada justifica el maltrato y que, si no se puede resolver conversando, una relación así no vale la pena. Si los padres se enteran de la existencia de algún tipo de maltrato verbal, físico o sexual explícito contra tu hija, recomendamos que consulten con un servicio de atención de violencia de género. Es posible que ella no reconozca y no acepte que está en una relación violenta, por eso es muy importante no juzgarlas ni forzarlas a hacer nada que pueda alejarla de nosotros. Lo más importante es estar cerca y que sienta que puede confiar en su familia.
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