SOCIEDAD • SUBNOTA
› Por Adrián Paenza
Mientras en la Guayana Francesa, en Kourou, se producía el lanzamiento, la televisión pública hacía una transmisión en directo desde Tecnópolis. En el auditorio que se conoce con el nombre de Nave de la Ciencia, había más de mil personas que pugnaban por ver en pantalla gigante las imágenes que llegaban desde el lugar de los hechos. Entre los asistentes, estaba José Pedro Morales y su hijo Bruno de 19 años. José Pedro es uno de los hermanos menores de Víctor Hugo. Llegó hasta el estrado para saludarme, pero no subió. Solo movió un brazo y puso un pulgar para arriba como muestra de satisfacción. El jueves por la mañana, suena mi teléfono celular. Era José Pedro. “Adrián, quiero contarte algo. Bruno está estudiando Animación 3D. Está muy entusiasmado con lo que está haciendo pero lo de ayer ‘le voló la cabeza’. Me dijo que quiere cambiar, empezar el CBC y anotarse en alguna de las ingenierías: electrónica, aeroespacial, no sé...”
En la vida tenemos el privilegio de tocar muchas vidas y no tenemos conciencia de lo que estamos haciendo. Cuando hablamos que el país necesita más jóvenes dedicados a las ciencias duras, pareciera que lo decimos como un “latiguillo de campaña”. Presentado en forma explícita como fue el miércoles, tiene un sabor distinto. Este tipo de logros sí son seductores y convocantes. Bruno es solo un ejemplo al que yo tuve acceso.
Cuando termina el programa, Claudio Canali, el asistente de dirección nos pide a todos que nos saquemos una foto. Claramente la intención es juntarlos a Nahuys, Grossi y Genovese y tener una foto con ellos. Y les agradece. Se aproximan los cámaras, sonidistas, productores, iluminadores, asistentes, escenógrafos. “Gracias muchachos”, se escucha desde lejos. “¡Vamos Argentina!”. Parece chauvinista pero es la reacción espontánea de los trabajadores del canal. Como es obvio, a un canal de televisión viene mucha gente invitada. En general, todos saben quiénes son los famosos. El país empieza a estar mejor si la “fama” o el “prestigio” empieza a inclinarse hacia otros lugares que lo merecen. Me hizo bien ver a los tres requeridos por los laburantes. Creo que a ellos también.
Los tres (Hugo, Ignacio y Luis) están cansados. Más allá del maquillaje, se alcanzan a ver las ojeras y la voz no les sale con el mismo volumen. Pero cuando ya no queda más nafta en el tanque, sobreviven a todas las emociones de las últimas horas con la adrenalina que les disparamos los de alrededor. Nahuys me toma de un brazo y me dice:
Adrián, me gustó mucho lo que vos dijiste recién. Vos sabés bien que nunca sale todo bien de entrada. No dejemos la impresión que uno aprieta un botón y listo. Acá hay muchísimas horas de ‘no-sueño’, de frustración, de zozobra. Muchas horas preguntándonos ¿Pero cómo puede ser que no lo podamos arreglar? Muchas horas de prueba y error. Así aprendimos, así aprendemos. Muchas ideas quedaron en el camino para dar lugar a las que hoy se pusieron en práctica. Decí también que yo, que estoy acá desde hace casi 20 años, cuando nosotros virtualmente “no existíamos”, no puedo creer que ahora esté todo el país atrás. Decílo... (con acento en la “i”).
Genovese agrega: Cuando vos preguntás qué podemos hacer “nosotros” que no pueden hacer los “otros”, no se trata solamente de conocimientos técnicos. Claro que esos los tenemos, pero hay dos cosas más en las que está basado todo esto: “Tiempo y Confianza para el Desarrollo”, por un lado, pero también, decí que esto sirve para combatir el “Colonialismo Mental”.
De eso se trata también. No hace falta ser arrogante ni presuntuoso, solo entender que nosotros también podemos, que no hay ni razas ni personas superiores. Pero hace falta que haya políticas de estado compatibles, que no te pidan un “resultado al otro día”. No funcionan las cosas así.
Salvo Página/12 no leo ningún otro diario. Sé que no está bien, pero es así. Con todo, le pedí al diariero, a quien conozco hace más de 30 años, que me traiga La Nación estos días. La portada del día jueves me dio pudor. Para los lectores del diario La Nación, quienes se informan –con todo derecho– de lo que pasa en el país a través de lo que les cuenta su diario, el Arsat-2 no salió. Es decir, sí, salió, pero en un renglón abajo. Después, en una nota de página par, el lugar que siempre tiene la encantadora y admirable Nora Bar, la extraordinaria periodista científica. El diario la ha dejado a un costado o en lugares menos relevantes, pero ella no dice nada: sigue con su trabajo minucioso como lo viene haciendo desde hace un cuarto de siglo. Su nota fue excelente, como siempre, pero la decisión política del diario me dio pena. Está muy bien estar en desacuerdo con el gobierno. Está bien ser selectivo con lo que uno quiere enfatizar. De hecho, este diario en el que yo trabajo también lo hace, y están en su derecho ambos grupos editoriales. Pero a lo que “no tienen derecho” es a decir que el partido salió 1 a 1 cuando lo ganó Argentina 2 a 0. Está todo bien, pero lo que es inaceptable es falsear el resultado. Peor aún: si el color político del presidente de la Nación fuera otro, ¿hubieran elegido dedicarle la misma atención? ¿O están castigando a la “clase científica” de la Argentina por un problema que tienen con quienes conducen el país hoy? Quiero decirles que todos tomamos nota, porque mañana, puede que cambie el presidente, pero los científicos vamos a ser los mismos, y estoy ‘casi’ seguro que entre los que participaron de los proyectos que terminaron en el Arsat-1 y Arsat-2, debe haber gente que no debe haber votado a los Kirchner. ¿Se sentirán bien ellos con esta decisión del diario?
Con la misma idea o en la misma línea: ¿pueden ser la oposición tan injusta en el trato que le han dado al lanzamiento y a todo lo que tenga que ver con esta política del gobierno? ¿No sería, acaso, un gesto de grandeza reconocer que esto es un orgullo para todos los argentinos, independientemente del partido político que uno adhiera o defienda? A esta altura de mi vida, pagando un costo elevado porque me produce un enorme fastidio, aprendí a entender cómo se manejan los políticos que aspiran a conducir al país, pero, ¿no les da un poco de pudor haber “ninguneado” un acontecimiento que nos hace sentir un poco mejor a todos? Digo....
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