SOCIEDAD
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Investigación con polémica
› Por Pedro Lipcovich
Desde hace más de cinco años, en el Instituto de Reproducción y Desarrollo de la Universidad de Monash, Australia, dirigido por Alan Trounson, crecen seis líneas de cultivos celulares embrionarios. Esas células todavía indiferenciadas, stem cells –llamadas “totipotenciales” por su capacidad de transformarse en cualquier tejido– han servido a las investigaciones de más de 200 institutos científicos en todo el mundo. Todas ellas proceden de 12 embriones, sobrantes en tratamientos exitosos de fertilización asistida, donados por ocho parejas. Las líneas celulares de Monash forman parte de las más de 60 para las cuales el presidente George W. Bush autorizó el uso de fondos públicos de Estados Unidos, en una decisión que admitió a medias las objeciones de sectores religiosos al uso de embriones humanos.
En cuanto a ese debate, “se refiere en realidad a la fertilización in vitro –señala Trounson–: esta técnica es la que genera los embriones sobrantes utilizados para obtener stem cells: sólo en Australia, hay 70 mil embriones congelados, y hasta 3000 por año se tiran, se descartan: nosotros usaríamos unos 20 o 30”.
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