SOCIEDAD • SUBNOTA › UNA MIRADA SOBRE EL PERIODISMO EN AMERICA LATINA
La peruana Zuliana Lainez, de la Federación Internacional de Periodistas, traza un panorama de la región ante el avance de la derecha.
› Por Sonia Santoro
“Los golpes ahora no se dan con tanques, se dan de otra forma”. Zuliana Lainez, secretaria general de la Asociación Nacional de Periodistas de Perú y miembro del Comité Ejecutivo de la Federación Internacional de Periodistas (FIP), habla en esta entrevista de la situación del periodismo en América Latina ante la avanzada política de la derecha y, en particular, lo que pasa con las mujeres en una profesión cada vez más feminizada y también más precaria.
–¿Cómo ve la situación del periodismo en la región?
–Cuando miramos América Latina hay dos etiquetas que no se le pueden quitar: concentración de medios y precarización. Obviamente hay un tema particular en México que es el tema de los asesinatos, donde difícilmente puedas a los compañeros preguntarles allí por los derechos laborales porque suena de otro planeta; ahí la prioridad es la vida. Pero si apartas México y quizás parte de Centroamérica, y miras Sudamérica, el tema de la concentración y la precarización laboral es terrible.
Se ha generalizado un modelo en casi todos los países. Ahí siempre aparto Argentina y Brasil, que son los países donde todavía los periodistas tienen la posibilidad de hacer negociaciones colectivas y tienen alguna forma de negociar temas como los pisos salariales, que no lo tienes en Colombia, Perú, Ecuador, Paraguay. Entonces en una región donde periodistas tienen que pagar para trabajar, que tienes que arrendar un espacio en la radio, en la televisión, sacar un medio impreso, qué vas a hablar de derechos laborales. Es complicado poner en la balanza los derechos laborales cuando lo que están haciendo es luchar por su día a día, por comer ese día y lo que resta del mes.
–¿Y particularmente las mujeres como lo viven?
–Se replica una situación que viene de otros escenarios. La gente que tiene la suerte de estar en planilla en un medio –o sea, tiene vacaciones, salario, etc.–, en Perú es el 20 por ciento; y cuando los medios tienen que hacer recortes, lo primero que sacan son mujeres.
–¿Por qué?
–Responde a un tema cualitativo también. En los medios la mayor cantidad de gente son mujeres. Pero es como si les costara desprenderse de un hombre periodista. El tema de brecha salarial es terrible.
–Decía que en Argentina estamos mejor pero en estos momentos hay cierres de medios, despidos masivos...
–Yo creo que en estos momentos se da una situación homogénea que empezó por Paraguay. Cuando se da el golpe de derechas en Paraguay, afectó mucho a nuestros compañeros. El sindicato de periodistas tuvo una confrontación muy fuerte y hasta ahora sigue. Han sido víctimas no solo de ataques personales e institucionales sino que la represión del gobierno de derechas que tiene ahora Paraguay es brutal contra toda expresión de movimiento organizado. En América Latina nos esperan por lo menos cinco años de mucha resistencia. Eso empezó con Paraguay, siguió con Argentina. Sabíamos qué representaba Macri. Colegas argentinos me dicen “sabíamos que iba a pasar, pero no que iba a pasar tan rápido”. Un gobierno que pudo tumbar en dos días algo que la expresión mediática de derechas puede satanizar como quiera pero que para el movimiento organizado y para los periodistas era una de las mejores leyes, una ley paradigmática como era la ley de medios, que llevó ocho años, que tuvo la mayor cantidad de consultas y consensos a todo nivel... Todos los días recibimos notas de la Federación argentina de trabajadores de la prensa porque han echado gente. Yo creo que la actuación de La Nación fue vergonzante, al otro día del ballottage la editorial que sacaron, era dar una patada a lo que han sido décadas de lucha del movimiento de derechos humanos en Argentina.
Tenemos en Brasil lo de Dilma. Los golpes ahora no se dan con tanques, se dan de otra forma. Lo de Brasil es un golpe sin ninguna duda, un golpe mediático además, impulsado por O Globo. No es la primera vez que O Globo está detrás de un golpe.
En Perú venimos de un proceso de elecciones donde la derecha ya está tranquila porque nos queda una segunda vuelta el 5 de junio pero gane quien gane son dos expresiones de derecha, uno con mayor terror que el otro porque el fujimorismo fue la época más nefasta en nuestro país en cuanto a derechos humanos, libertad de expresión y demás. Bajo el paraguas de la seguridad arrasaron con todo. En Venezuela también estamos a puerta de un proceso también. Viene una época para resistir. Dura para el movimiento de derechos humanos, para la libertad de expresión.
Para resistir hay que estar organizados, hay que estar dispuestos a saltar diferencias. Porque los trabajadores tenemos mucha dificultad para actuar en conjunto y el empresariado, con las diferencias profundas que tiene, cuando tiene que atacar ataca unitariamente.
–¿Qué rol pueden jugar los medios pequeños, las redes sociales?
–Lo alternativo lo que hace es romper el discurso homogéneo.
–Pero ahí tenemos también el problema de la precarización.
–En esas situaciones intentar hablar de derechos o de accesos a esos derechos laborales es muy complicado porque la gente que está emprendiendo lo está haciendo para comer al día siguiente. Ahí hemos tenido que hacer una autocrítica de cómo afronta esto el movimiento sindical, que a veces no entiende el cambio que ha habido en el mundo del trabajo. Cómo haces para que expresiones de medios alternativos puedan sobrevivir. A mí me da pena que colegas que han emprendido desde los 80 y ahora no pueden jubilarse porque nunca han aportado porque no han tenido un trabajo formal. Alguien que emprende no es un empresario.
–Usted habla de tres puntos problemáticos en relación a las mujeres en los medios.
–El primero era la feminización del periodismo. Todas las actividades que se han feminizado han acabado deterioradas. Esto lo reflexionábamos con una compañera en Canadá que decía que el sector de la educación se feminizó, lo mostramos como una bandera de todo lo que avanzamos las mujeres y desde ahí los salarios se fueron al piso. Entonces, tener cuidado con vender el discurso de que el periodismo se feminizó como una victoria, porque es cierto hay más mujeres pero la profesión es más precaria. Pero tampoco puedes decir “la feminización es mala”. Porque terminarías yendo al otro escenario donde se vuelve a poblar de hombres para que no pierda valor. Lo que tenemos que hacer es que la actividad no se precarice porque hay mujeres.
–El otro tema es el de la seguridad de periodistas.
–Muchas colegas no denuncian a veces porque sienten que cuando están siendo amenazadas, agredidas, están siendo estigmatizadas y tienen mucho miedo de volverse poco afables al mercado. Y eso es terrible. Además está el tema de si es necesario hacer distingos entre los ataques a hombres y a mujeres. Nosotros estamos convencidísimos de que hay que hacerlos porque los ataques no son iguales. Cuando a una mujer periodista la quieren atacar siempre el ataque es un ataque moral. Ni siquiera es atacar la investigación, es generarte un vínculo sentimental o escarbar en tu vida personal o sacar un pasquín hablando de tu pasado. No pasa lo mismo con un hombre. A un hombre lo acaban golpeando tal vez pero no hay ataques morales.
–También decía que los hombres son más agredidos porque la cultura de las redacciones los lleva a estar en los lugares más peligrosos.
–En el mundo el año pasado hubo 114 periodistas hombres asesinados. Y las mujeres siempre son el 20 por ciento de los hombres atacados. Entonces, te dicen, “la seguridad no es prioridad para las mujeres porque a los que más agreden es a hombres”. Es una falacia. Lo que pasa es que las culturas de las redacciones hace que todas las fuentes peligrosas son fuentes masculinas. A lo peligroso se manda a hombres, no a mujeres. Hay toda una cultura de redacción que hay que cambiar.
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