Cuando tenía 16 años, F.M. empezó a trabajar como niñera en casa de Daniela Milhein y Alejandro González. Su madre le pidió que renunciara porque lo que contaba acerca de “chicas que iban y venían” le daba mala espina; F. abandonó el trabajo. Milhein y González la hostigaban para que regresara; como se negaba, terminaron por secuestrarla. Sucedió un mes y cuatro días después del secuestro de Marita Verón. Lo contó en la instrucción de su juicio y en el debate oral del juicio por Verón: durante nueve meses, en casa de Milhein y González fue violada, drogada, prostituida, golpeada. Su madre la buscó; Milhein la acompañaba y, a sus espaldas, desbarataba los pedidos de ayuda que simulaba impulsar. Durante su cautiverio, F. vio a Marita, habló con ella. Un día pudo escapar.