SOCIEDAD • SUBNOTA
Los terremotos fuertes se están convirtiendo en Italia en acontecimientos demasiado frecuentes. En los últimos 50 años hubo nueve que costaron la vida a casi 5000 personas. La nueva tragedia reabrió el debate sobre cómo el país puede mejorar su resistencia a los temblores de la tierra. Tras los anteriores sismos se había señalado la falta de una regulación para reforzar la seguridad de los edificios.
“Otras naciones sísmicas emprendieron hace años programas de prevención a gran escala que han reducido considerablemente los riesgos”, aseguró Enzo Boschi, un destacado sismólogo.
El catedrático Gianpaolo Rosati, responsable del departamento de ingeniería civil en la Universidad Politécnica de Milán, dijo que modernizar los edificios viejos para convertirlos en antisísmicos, aun cuando se trate de estructuras medievales, es algo técnicamente posible, pero muy costoso. “Tenemos la tecnología adecuada, la capacidad adecuada y la regulación correcta, pero el problema es que hacer seguro un edificio antiguo puede costar casi tanto como reconstruirlo de cero y los propietarios privados a menudo no pueden pagar los costos”, explicó.
Desde 2009, el año del terremoto que mató a 309 personas en L’Aquila, los nuevos edificios en Italia están obligados por norma a ser antisísmicos y las construcciones existentes se tienen que someter a pruebas de resistencia. Rosati dijo que hasta la fecha tan sólo se realizaron esas pruebas en infraestructuras clave como escuelas y hospitales.
Queda mucho por hacer, tal como pusieron en evidencia la escuela y pequeño hospital en Amatrice que quedaron reducidos a un montón de escombros.
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