Mié 28.01.2004

SOCIEDAD • SUBNOTA  › LOS TRANSEXUALES QUE PELEARON POR CAMBIAR SU CUERPO

Historias de lucha y cirugías

El largo camino de los transexuales, hombres o mujeres que se operaron para modelar su cuerpo a imagen y semejanza de su psiquis, no pasa sólo por la decisión de someterse a una cirugía sino por obtener el reconocimiento de una sociedad y una Justicia habitualmente ciegas que tardan en reconocer lo que salta a la vista. Mariela Muñoz era madre desde siempre. Lo decían los 17 hijos adoptivos que había criado, sus 32 nietos y hasta un bisnieto. Recién en 1997, cuando ella había cumplido 53 años, le reconocieron lo inconfundible, la marca en el orillo que tenía desde la infancia y que había comenzado a traducirse, en lo estético, con la operación en Chile en 1981. La historia de Mariela, Leonardo sólo en los papeles, es común a muchos casos.
Otra historia llena de dramatismo fue la de L.T., nacida mujer, que modificó su cuerpo para ser el hombre que era, mediante cuatro operaciones realizadas a partir del año 1996. En septiembre de 2001 la Justicia admitió que su documento de identidad acreditara que era un hombre, más allá de lo que cantaba la partida de nacimiento. La abogada María Luisa Montaldo, representante legal de L.T., había tomado el caso a partir del ruego del psiquiatra Aníbal Camarasa: “Hay que salvarle la vida. Está al borde del suicidio. Por favor, ayudalo”, en masculino.
Erica Prunello, profesora de Castellano y Ciencias Sociales y también abogada, pudo dejar atrás su pasado de hombre a la fuerza luego de una operación en Chile. Allí se convirtió en “una rubia espléndida, medía 100-90-100. Lo primero que hice fue desquitarme con todos los muchachos que me habían hecho de noviecitos, pero después me decían que no iban a poder casarse conmigo; los calenté dos o tres meses y los dejé duros”. Fue su venganza y luego formó pareja con un hombre viudo y con dos hijos, con el que lleva viviendo más de 20 años. En el 2000 se hizo conocida en los diarios, porque seguía reclamando que le reconocieran su verdadera identidad en el documento.
El caso de Laura D’Noi (Laura de Nosotros), parece sacado de una película de Almodóvar. Desde una página en Internet, aun antes de someterse a la operación, comenzó a mostrarse vestida de mujer, con los labios pintados de un rosa furioso, y los ojos delineados en azul. “Cuando era chico, le pedía a Dios que me hiciera mujer. Una vez, a los 6 años, me subí a una silla para mirarme al espejo del baño, y por primera vez me maquillé. Mi mamá me agarró justo, pero creyó que era un juego.” El juego se hizo realidad y la familia se enteró por la misma vía que el resto de los mortales: abriendo la página web.
Celeste también se hizo famosa a partir de su transexualidad. “Una es más auténtica cuando más se parece a lo que ha soñado de sí misma”, es una de sus frases de batalla. Celeste Montanari se hizo famosa, allá por el 2001, a partir de su aparición en el programa El Bar. Otro recuerdo memorable es un diálogo que mantuvo con su madre, cuando ella le confesó que se sentía Celeste y no Carlos Alberto, su nombre masculino. “Yo te iba a poner María Celeste, si eras mujer.” Y lo fue, pero María había quedado en el camino. Son apenas algunos casos conocidos, como los de Eliana Díaz, que ya dejó de ser “Alfredo”, o de aquella persona anónima que recién a los 59 años, en Mar del Plata, fue autorizada por el juez Pedro Hooft a convertirse en mujer. Historias de incomprensión, de dolor y de coraje.

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