”El problema en la Argentina es que el sistema de salud es darwiniano: sobreviven los más aptos”, cuestionó Pedro Cahn, el ex jefe de Infectología del Hospital Fernández y director de la Fundación Huésped, en diálogo con Página/12. Cahn se refería así a las dificultades que deben enfrentar los pacientes con VIH de sectores más vulnerables para sostener los tratamientos. “Llegan los que tienen suficiente dinero para recargar la tarjeta Sube, los que no les descuentan el día de trabajo, las mujeres que tienen con quien dejar a sus hijos. Es cierto que es un sistema receptivo, que no discrimina, pero no va a buscar a los pacientes. Podemos decirles a las mujeres que se tienen que hacer el Papanicolau pero si solo se lo pueden hacer de 8 a 13 y de lunes a viernes, la empleada doméstica que solo puede ir al hospital el sábado y cuando va, le dicen que solo se atienden urgencias por la guardia, no va a poder hacerse el PAP nunca”, ejemplificó Cahn, ex presidente de la Sociedad Internacional de Sida (IAS, por sus siglas en inglés).

En la Argentina hay alrededor de 126 mil personas que viven con VIH y un 30 por ciento lo desconoce, según estadísticas oficiales. Cahn precisó que la prevalencia de VIH es de 0,4 por ciento en el país, es decir, cada 1000 personas, cuatro tienen el virus. En el caso de la población trans, esa proporción aumenta significativamente a 34 por ciento: lo que significa que de cada mil, 340 están infectadas. Por esa razón y siguiendo la estrategia propuesta por Julio Montaner en Canadá, desde la Fundación Huésped, están realizando la experiencia de ir a buscar a los hoteles donde viven en la ciudad de Buenos Aires y en provincias del norte del país a personas trans para realizarles el test de VIH. “Esto es un ejemplo de lo que se puede hacer. Pero ninguna ONG puede reemplazar al Estado”, apuntó. “Para que tenga impacto a nivel nacional, tiene que haber un programa nacional”, subrayó Montaner.