SOCIEDAD
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Un escándalo por entregas
Por M. J.
La historia de las supuestas infidelidades de David Beckham forma parte de un mundo ultramediático, de interesantes parentescos con la telenovela, donde las identidades cambian continuamente y nada es lo que parece. La primera “amante”, Rebecca Loos, comienza en el papel de mujer herida en sus sentimientos y desilusionada con las promesas de su amante. En las siguientes entregas de la prensa sensacionalista, “amigos suyos” la convierten en la mala de la película poniendo en duda sus motivos y moralidad. Según parece, la Loos es peligrosamente bisexual y perdidamente ambiciosa. Mientras tanto, los Beckham posan con las manos entrelazadas y la sonrisa que sólo el más rotundo éxito puede suministrar. Son la pareja armónica y feliz, aunque a puertas cerradas estén tirándose sillas y platos. La aparición unos días después de una segunda “amante” destruye esa imagen de dicha conyugal. Sarah Marbeck encarna el papel reservado para las mujeres en este género: la despechada primero, la malvada después. Marbeck jura que esperó durante dos años junto al teléfono para oír la voz de su amado mediocampista y que sólo por la profunda desilusión que padeció revela su secreto. En ediciones siguientes, Marbeck pasa a ser una call girl de alto vuelo con un insaciable apetito de dinero. Para ese entonces, los Beckham están ofreciendo una nueva línea de intriga: amenazan con llevar el caso a la corte. Y Rebecca Loos vuelve a escena defendiendo su derecho a la bisexualidad y su “inolvidable” historia de amor con Beckham.
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Subnotas
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Un escándalo por entregas