Dom 25.04.2004

SOCIEDAD • SUBNOTA

La lucha de los inundados

Desde Santa Fe

› Por Carlos Rodríguez

María Claudia Albornoz es el alma mater de la Carpa Negra. Ella dice que el barrio Chalet, donde vivía, “en realidad no se inundó, se pudrió, porque el agua tardó 18 días en salir, más que en ningún otro lado”. Ella tuvo la suerte de escapar con el tiempo necesario como para llevarse “algunos electrodomésticos, los libros, las fotos que son el registro de tu vida”. A ella, curiosamente, la “salvó” el cuestionado ex intendente Marcelo Alvarez. “Yo me fui cuando lo escuché a Alvarez decir por la radio que barrio Chalet, Centenario, la villa de Centenario y San Lorenzo no iban a tener ningún problema porque la casa-bomba número uno estaba funcionando correctamente. Esa casa-bomba (que extrae el agua cuando se anegan las calles del barrio) jamás funcionó y ahora, a casi un año, sigue sin funcionar. Si eso era lo que nos iba a salvar, lo mejor era irse.” Y se fue con su perra y una radio, dejando detrás la casa y todos los muebles. Su hijo, que ahora duerme con ella en la Carpa Negra, y su mamá, de 79 años, ya estaban a salvo. “A mi mamá nunca la llevé de nuevo a su casa del barrio Chalet. Si ve lo que quedó, se muere ahí nomás. Vivimos en otro lado.”
“Lo que no nos vamos a olvidar nunca es que Reutemann siguió diciendo que a él nadie le avisó, cuando se sabe que el agua recorrió ocho kilómetros desde el hipódromo, en el norte, hasta llegar a San Lorenzo, Chalet y Centenario, que acumularon la mayor cantidad de muertes. Eso se pudo haber evitado si ellos avisaban. Tuvieron tiempo de sobra para hacerlo.” María Claudia es una de las fundadoras de la Carpa Negra, en la que todos pasaron juntos la última Navidad y recibieron el Año Nuevo. Los cuatro mil pesos de “reparación” que pagó el Estado, mediante la ley aprobada durante la gestión de Reutemann y reglamentada después que asumió Obeid, alcanzó a unas 30.000 familias. Ahora deberían recibir un monto mayor por las pérdidas sufridas “por vivienda y no por grupo familiar, lo que es injusto porque en el cordón sur de la ciudad en cada casa vive más de una familia”. El dinero, que rondaría los 15 o 20 mil pesos, “está saliendo a cuentagotas, se entregó recién a unos 60 destinatarios”, pero se les descuenta el dinero ya adelantado.
Muchas familias no podrán cobrar hasta que no se paguen todos los impuestos adeudados y hasta que pongan en regla el trámite de sucesión, en el caso de que hayan heredado el inmueble afectado de algún pariente fallecido, como es el caso de María Albornoz. Como ella tiene hermanos que viven en el exterior, todo se hace más dificultoso. Y las familias más pobres, que vivían en terrenos fiscales ocupados, no obtuvieron ni un peso, salvo unas viviendas premoldeadas, construidas en fibra de vidrio, que fueron instaladas prácticamente en el mismo lugar donde estaban las casas precarias que el agua se llevó. “Ya ni se puede decir que algo cambió para que nada cambie. Lo que yo digo es que todo empeoró para que nada cambie. Todavía no se terminaron las obras de la defensa, no hubo reparación económica, seguimos sin un plan de emergencia y evacuación para enfrentar una posible nueva inundación. Y además, por pensar, ya muy tarde, en el Salado nos estamos olvidando del Paraná, que es nuestro gran río.” La advertencia la hizo a este diario el especialista en problemas ambientales Jorge Cappato, de la Fundación Proteger, la entidad Amigos de la Tierra y Premio Global 500 de la ONU en 1992.

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