El grave cuadro de Diego Maradona se desató el domingo 18 de abril después de haber visto esa misma mañana el partido que Boca Juniors jugó contra Nueva Chicago en la Bombonera. El ex capitán de la Selección tuvo que retirarse minutos antes de finalizar el encuentro. Como antesala, el ex futbolista había sufrido un enfriamiento el día anterior mientras jugaba al golf. Los vómitos, la fiebre y náuseas que comenzó a sufrir el ex delantero en la tarde del domingo, cuando estaba en una quinta en General Rodríguez, fueron motivo suficiente para que su médico personal, Alfredo Cahe, decidiera su internación en la unidad de cuidados intensivos de la Clínica Suizo Argentina.
El primer parte médico indicó una crisis cardíaca e hipertensión, con asistencia respiratoria. Al día siguiente, Cahe informó que su paciente también padecía una infección pulmonar bilateral, pero el cuadro era estable y la evolución persistía de manera satisfactoria. El viernes 23 los médicos que atienden a Maradona le retiraron el respirador artificial, aunque su estado de salud aún continuaba siendo grave, con pronóstico reservado. Un día más tarde, el ex delantero requirió nuevamente de la asistencia artificial para respirar. Pero el domingo 25, la buena noticia volvió a difundirse: a Diego le habían vuelto a desconectar el respirador.
El lunes último, Maradona empezó a alimentarse por boca; el martes, los partes médicos ya no hablaban de “pronóstico reservado” y el miércoles, el ídolo no sólo se levantó de la cama, sino que también miró el partido que jugó la Selección frente a Marruecos. También agradeció el apoyo de la gente, que aguardaba por su evolución frente a la entrada del sanatorio. Mientras, la neumonía y la insuficiencia cardíaca continuaba. Un día después, llegó la sorpresiva salida, pese a la recomendación de los médicos de permanecer internado hasta el próximo martes.