En el fallo de primera instancia figura una lista donde se establece que entre los años 1992 y 2002, Borda declaró como testigo en cuatro accidentes en los que se dictó sentencia, en otros once en los que no se dictó sentencia y que fue propuesto como testigo, pero no llegó a prestar declaración en 46 accidentes más. Los abogados imputados sostuvieron en su defensa que en realidad, Borda no había sido testigo presencial en todos los casos sino sólo en 14, pero lo habían propuesto porque había investigado otros casos y podía aportar detalles en tal sentido. Lo cierto es que la lista incluida en el fallo no diferencia entre tipos de testimonio.
Borda aportaba clientes al estudio: su rol era el de “puntero”, es decir el que busca casos en la calle y también hacía investigaciones.
Las posiciones de los imputados resultaron convincentes para el juez de primera instancia. En el fallo se afirma que “los argumentos de la defensa sostienen una posición que no resulta incoherente ni ilógica ni ha sido desvirtuada por contundentes elementos de juicio”. El magistrado también consideró que si hubo un ardid delictivo “ninguna probanza ha sido arrimada para arribar a dicha conclusión, íntimamente ligada a la existencia real de los accidentes que motivaran los reclamos judiciales impugnados”.
Finalmente, haciendo mención a la presunción de inocencia, sostiene que “si pese a la verificación de alguna duda, se plantean distintas hipótesis, con igual grado de verosimilitud y pretensamente posibles, entre las que exista alguna que se incline por la inocencia de los indagados, corresponde adoptar un pronunciamiento que los desvincule”.
Pero el tribunal superior fue de otra opinión. Habrá que ver cómo sigue la historia.