Rafael Espada es argentino, pero hace 30 años que vive en Milán. Es experto en temas de aviación. Ayer estaba en su trabajo en las afueras de la ciudad cuando ocurrió el impacto. Y aunque la explosión ocurrió lejos de donde estaba, desde ese momento no hizo otra cosa que seguir las noticias de lo que en un primer momento aparecía como una repetición del fatídico 11S neoyorquino.
“Las primeras noticias forzaron el miedo, porque se decía que podía ser una cosa similar al atentado en las Torres Gemelas –contó Espada telefónicamente a este diario–. Y el miedo aquí es fácil de propagar porque se está sintiendo mucho lo que ocurre en Palestina. La gente está muy sensibilizada, si bien en Italia no han ocurrido cosas como en Francia, donde fueron quemadas sinagogas. Además, el gobierno de derecha es filonorteamericano, entonces que hubiese sido un atentado era fácilmente creíble.”
Espada cuenta que recorre con frecuencia el lugar que ayer quedó sembrado de escombros y vidrios rotos que volaron desde los pisos 24 y 25 del Pirelli. “El edificio está ubicado enfrente de la Estación Central, una zona de mucho movimiento tanto de día como de noche. Es como decir Plaza Constitución o Plaza Once, en Buenos Aires.”
–Algo más exclusivo, supongo.
–Sí, claro. Las estaciones centrales son un punto de referencia en Europa. El edificio está al lado de uno de los mejores hoteles de Milán. Por suerte, el accidente ocurrió a las seis menos veinte. Si hubiera ocurrido un poco antes, el desastre hubiera sido mucho mayor: la gente trabaja aquí hasta las cinco o cinco y media, entonces en el edificio había solo unas 300 personas.
Que se trate del edificio símbolo de Milán también favoreció la hipótesis inicial del atentado: “El Pirelli es un edificio muy particular, es un espectáculo arquitectónico para la época en que fue construido, una estructura completamente novedosa. La situación política y el edificio llevaron a pensar en el atentado. Pero parece que el piloto ya venía con problemas en el tren de aterrizaje. Resultó ser un accidente. Pero Milán igual quedó envuelto en el impacto”.