SOCIEDAD
• SUBNOTA › ZONAS LIBERADAS EN EL JARDIN DE LA REPUBLICA
Seguimientos cinco estrellas
Por M. D.
“Hay suficientes pruebas de que a Marita Verón la secuestraron el 3 de abril de 2002 en un automóvil Duna Blanco, chapa patente SEP488. Ese auto es ahora mismo un remís de la empresa 5 Estrellas”, dice Tobar con seguridad. El dato es de suma importancia, ya que 5 Estrellas es uno de los tantos negocios de los hermanos Rubén “La Chancha” Ale y El Mono Ale, tan ligados al actual vicegobernador Fernando Jury que cuando éste fue secretario de Seguridad de Tucumán, durante la gestión de Julio Miranda —hoy senador nacional–, los móviles de esa empresa fueron nombrados por decreto como “veedores de la ciudad”. Y fue porque empezó a circular la versión de que estaban implicados en el secuestro de Marita Verón que se anuló un contrato para que el Estado financiara la colocación de rastreadores satelitales a los remises de los Ale. “¿De qué pueden ser veedores si no hay robo en la provincia que no tenga como protagonista a un remís de 5 Estrellas? ¿Acaso no está a la vista que son todos truchos? Todos lo sabemos, menos el gobierno parece”, se enoja el comisario principal.
–¿Usted no planteó esta situación a las autoridades?
–No es mi competencia. Pero sí le puedo decir que aporté los datos para incriminarlos. Fíjese que hay una testigo secuestrada y liberada en Tucumán. Ella estuvo en cautiverio en la casa de Daniela Milheim, una mujer que tiene un hijo de 12 años con Rubén Ale, allí vio a Marita Verón, cuando la traían envuelta en una alfombra. Y también escuchó conversaciones entre La Chancha y Daniela. Pero la única que está detenida es la mujer.
La testigo es Fátima Mansilla. En sus dos declaraciones testimoniales afirma que el mismo Rubén Ale la obligó a desvestirse para que pudiera “ver mi cuerpo”, para así determinar si iba a Río Gallegos, a Las Casitas que manejan Marisa y Blanca Moyano donde hay pocos clientes VIP. Además, en el sur de La Rioja hay una serie de prostíbulos manejados por la familia Moreno (padre e hijo, también) que tendrían contacto con los Ale. Por lo pronto sus “whiskerías” se llaman “five star” (cinco estrellas).
“Para llevar a cabo el secuestro de Marita es evidente que hubo una zona liberada –dice el abogado Ibáñez–. Se aseguraron que ella iba a acudir a una cita a determinada hora de la mañana en una maternidad y no tenían riesgo de conflicto en la vía pública.” En la causa están anexados los cruces de llamadas de la supuesta entregadora –una vecina de Marita, Patricia Soria– en los que figuran varias comunicaciones de 20 minutos con la comisaría 7ª de Tucumán, con jurisdicción en la zona del secuestro, a dos horas de producido. “Pero las que figuran son las llamadas registradas por Telecom, porque en las planillas que entregó la policía extrañamente faltan”, agrega Ibáñez.
Los remises 5 Estrellas se ven como una amenaza, que suele estacionarse en la puerta de los testigos. “A mí –dice Susana Trimarco, madre de Marita— me quisieron atropellar, el auto se subió a la vereda para pegarme. Por eso ahora tengo custodia permanente.” A la hermana Berta Povalej, una monja del Colegio de la Merced, donde estudió Marita, la golpearon brutalmente después de que denunciara que, según su registro, en los últimos diez años, 100 chicas están desaparecidas. Un dato difícil de digerir aunque la cara de la monja, después de los golpes, es bastante elocuente.
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