“La chica es como un monito, no sabe ni hablar, por eso la mató.” Esas fueron las palabras con las que, de acuerdo con la denuncia por mal desempeño de funciones realizada por Luis Zamora ante el Consejo de la Magistratura, el juez Eliseo Rubén Otero explicó su punto de vista sobre el caso de Erna Ibáñez. La causa transitaba sus primeros días de instrucción cuando el titular del Juzgado Nacional en lo Criminal y Correccional Nº 9 recibió en su despacho el 25 de octubre de 2004 a Zamora, Noemí Oliveto y el abogado Gustavo Baamonde. “¿Por qué está detenida? Acá está todo claro, mató a la hija”, fue, de acuerdo con Zamora –que cuenta con el secretario del juzgado, Ricardo Richiello, como testigo–, la explicación de Otero. Tras dar por sentada la hipótesis de que Ibáñez había matado intencionalmente al bebé, el juez habría arriesgado otras afirmaciones relacionadas con la nacionalidad paraguaya de la acusada, según la denuncia de Zamora: “En el Litoral y en el Paraguay, se mata así, a sangre fría, es lo habitual, lo aprendí en todos estos años que tengo de juez. En el Noroeste lo habitual es el incesto, podríamos hablar de otras comunidades y sus prácticas habituales para comparar. En Paraguay se mata así”.