SOCIEDAD
• SUBNOTA › LOS FUNDAMENTOS DEL FALLO
“Es mejor educar”
Por M. C.
“Les pido disculpas por el mal momento que les hice pasar (...) no me di cuenta de la gravedad del asunto. Mil disculpas, no volverá a pasar.” El texto es parte de la carta que uno de los adolescentes acusados de agredir verbalmente a un chico judío en el barrio de Belgrano les envió al damnificado y a su familia. Y está incluida en el fallo que lo sobreselló a él y a sus dos amigos.
Al fundamentar el sobreseimiento, el juez Daniel Rafecas explicó que, si bien probó que el chico, de 15 años, fue hostigado con frases como “te vamos a agarrar” y “los judíos nos tienen cansados”, evaluó que no se configuró el delito de “amenazas” tal como lo prevé el Código Penal. “De las probanzas reunidas se extrae que el accionar de los imputados aparece más enderezado a hostigar, molestar, agredir verbalmente, provocar en definitiva un maltrato al damnificado, que en la maniobra típica prevista en el artículo 149 bis del código de fondo”, señaló el magistrado en su resolución, a la que tuvo acceso Página/12. La figura de hostigamiento –y la de discriminación– se encuentran tipificadas en el Código Contravencional de la Ciudad de Buenos Aires. Pero para ese código no son punibles los menores de 18 años, aclaró el juez. Los imputados tienen entre 16 y 17 años. En la sentencia, Rafecas destacó que tuvo en cuenta “la favorable impresión” que le causaron los tres adolescentes “no sólo por su predisposición frente a la medida educativa ordenada” de visitar el Museo del Holocausto, “sino debido al marcado arrepentimiento mostrado frente a las conductas que llevaron a cabo, traducidas finalmente en las tres cartas que cada uno de ellos, de puño y letra, le dirigieron a la víctima a través del juzgado”, precisó el juez.
“Estoy convencido –enfatizó en el fallo– de que, en este caso concreto, tanto mejor ha sido educar que reprimir; en definitiva, corresponde darles a estos chicos otra oportunidad”, de modo tal “de propender a su inclusión social y no a su definitiva exclusión, a través de lo que hubiera sido su persecución penal y, en definitiva, su estigmatización y reafirmación en el rol que se le ha pretendido imponer en los primeros tramos de la investigación, como skinheads o neonazis, que no lo eran, pero que eventualmente podrían terminar siéndolo si se adoptaban otras vías desde el ejercicio de poder punitivo estatal”.
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