Mié 17.05.2006

SOCIEDAD • SUBNOTA  › ENTREVISTA AL COORDINADOR DE LA PASTORAL CARCELARIA

“Puede haber una matanza”

› Por Darío Pignotti
Desde San Pablo

Hay sed de venganza en San Pablo. Eso es lo que se podía leer ayer, luego de tres de días de guerra urbana, en un sitio web frecuentado por policías. “Por cada mike (policía) tumbado por el Primer Comando de la Capital, dos ladrones tienen que morir”, proclamaba uno de los mensajes. En otro se pide sangre a gritos: “Ahora vamos a ver quién manda, es hora de secarnos las lágrimas y encararlos en nombre de todos los que fueron cobardemente asesinados por bandidos”. Los números oficiales divulgados a media tarde registraban 251 ataques lanzados por la organización delictiva desde la noche del viernes con un saldo de cuatro civiles y 40 policías (incluyendo agentes penitenciarios) muertos. Más adelante se informó que “71 sospechosos” fueron muertos por las fuerzas de seguridad. El padre Julio Lancelotti, coordinador de acciones sociales en cárceles y algunas de las zonas más pesadas de San Pablo, advierte una contradicción en el comunicado: “Es difícil entender por qué se habla de sospechosos muertos, para que una persona sea sospechosa primero tuvo que ser detenida y averiguados sus antecedentes. Si los sospechosos son muertos antes de ser averiguados, se los mató sin elementos de prueba. Así como rechazamos la violencia contra la policía también estamos temerosos de que la policía, que ahora está bien vista por la población atemorizada por lo que pasó, actúe movida por la venganza y sin respetar la ley: es extraño que en las últimas 24 horas hayan sido ejecutadas unas 30 personas cuando ya habían acabado los ataques. En la periferia están temiendo una masacre”.

Lancelotti encabezó en febrero una marcha contra la absolución del coronel Ubiratan Guimaraes, responsable de la matanza de 111 presos en la cárcel de Carandirú, el 2 de octubre de 1992. Aquel crimen sería uno de los motivos que dio origen al PCC.

“Me temo que la policía se lance a reprimir envalentonada por el fallo a favor de Ubiratan”, especula el religioso.

–¿Por qué?

–La absolución de Ubiratan fue una de las cosas más terribles que hemos vivido últimamente. Fue un acuerdo político y una señal para que los policías sepan que pueden matar con toda tranquilidad, porque matar presos, pobres y los llamados marginales no es castigado en San Pablo.

–¿Es posible otro Carandirú?

–No pienso que pueda haber otra masacre en algún presidio ahora, porque allá adentro están muy organizados. Creo que Carandirú ahora no tiene muros, Carandirú está abierto. En estos momentos, después de los hechos de esta semana, pienso que la matanza puede ocurrir más allá de las cárceles, en las favelas, en cualquier lugar de San Pablo.

–El gobierno federal ofreció al ejército. ¿Era necesario?

–La presencia del ejército en la actual situación de San Pablo sería una banalización, sería algo sólo ostensivo y represivo. Sería un fracaso igual al de Río (donde meses atrás las favelas fueron militarizadas).

–El gobierno niega haber pactado con el PCC. ¿Es creíble?

–Creo que el gobierno estadual consiguió hacer un acuerdo con el PCC, eso se ve en la forma como acabó la violencia de un momento para otro, casi simultáneamente en varios lugares.

–¿Cree que el pacto fue la mejor solución?

–No. Es malo negociar con ellos, lo que se precisa es dar respuestas organizadas, con un sistema penitenciario reformulado, con revisiones en el sistema judicial. Si usted tiene influencias y dinero para pagar un abogado nunca irá preso en Brasil, las cárceles sólo reciben pobres, en su mayoría acusados de crímenes menores y sin estar condenados. Hay más de 100 mil presos en San Pablo. Hay que revisar la filosofía del Código Penal.

–¿En qué?

–Actualmente se castiga más al delito contra el patrimonio que contra la vida. Usted puede ir más años preso por robar un auto que por matar a un sospechoso que andaba merodeando su casa.

–¿El PCC es respetado en las favelas?

–Más bien yo diría que es temido. Es un mito decir que ellos son representativos o son respetados porque ayudan a sus miembros cuando caen en desgracia. La ayuda dada por el PCC es una ayuda que explota y somete a las personas, es una ayuda que mata. El que no les obedece, muere. ¿Qué ayuda es ésa? Ellos consiguen una capilaridad en la periferia gracias al terror. Y ahora están avanzando en los infractores de la Febem (reclusorios para menores). Muchos jóvenes de la Febem fueron mandados a los presidios como castigo por las rebeliones. Después, cuando el muchacho retorna a la Febem, ya trae la cultura de los presidios y así es como el PCC empieza a influir entre ellos, y a tener más peso en los institutos de menores.

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