Dom 18.06.2006

SOCIEDAD • SUBNOTA  › EL DIRECTOR DEL HOSPITAL PENNA REVELA QUE ALLí ENTRAN UNOS 16 BALEADOS POR MES. “NUNCA FUERON TAN VIOLENTOS COMO EN ESTOS TIEMPOS”, DICE PEDRO SAPOSNIK.

“Los chicos se dan cuenta que se mueren de a poco”

Por C. A.

Para Pedro Saposnik, director del Hospital José María Penna, “lo de la droga” no es nuevo. Comenzó como médico en 1972 en la villa 21, cuando eran unas cinco mil personas, y durante décadas pudo ver las transformaciones del territorio, de cerca. “Desde el 2000 ha habido tres o cuatro bandas de distribuidores que se peleaban los territorios. Digamos que nosotros veíamos acá que se peleaban, pero nunca fueron tan violentos como en estos tiempos”, dice el médico desde su despacho en el hospital mientras pacientes y personal se preparan para el primer pelotazo del partido del viernes. Saposnik sorprende por su discurso franco, descarnado, a la hora de diagnosticar lo que pasa por el hospital. “Estos son los datos de urgencias, por donde entran los baleados. Son un promedio de 16 por mes”, dice, y repasa, leyendo las ubicaciones de las heridas de los pacientes en sus cuerpos: abdomen, tórax, extremidades, cráneo. Saposnik tiene muchas preocupaciones, pero asegura que la mayor es el destino de los adictos al paco, a quienes ve morir. “Ya tenemos tres chicos adictos fallecidos durante la madrugada en la puerta del Centro de Salud 10, en Zabaleta”, dice.

El Hospital Penna atiende un área que incluye Barracas, Parque de los Patricios, Boedo y parte de Almagro. En él, el 40 por ciento de los pacientes proviene del Gran Buenos Aires. Sin embargo, la mayoría de los heridos por armas de fuego o blancas –lo que la Justicia llamaría intento de homicidio– provienen de las villas cercanas, sobre todo de la 21 y Zabaleta. “Hemos visto –cuenta Saposnik– cómo la droga se ha ido haciendo más común en los barrios. Se hizo tan fuerte que a una gran líder que combatía a los traficantes y sus banditas le volvieron adicto a uno de sus nietos. Hasta el 2000, yo pienso que se intentaba oponerse desde las organizaciones barriales a los traficantes, pero ahora lo que pienso es que los líderes de la villa y los líderes de la droga han acordado algo porque ellos ya no tienen intenciones de combatirlos.”

–¿Por qué cree que la penetración de lo narco en los territorios ha sido tan creciente?

–La destrucción que vemos es grave. Y cada vez está más grave. Ahora aparecen los chicos del paco muertos. Pero es una consecuencia de la miseria. Si un chico desaparece es probable que nadie lo busque, y si lo devuelven a la casa los padres no quieren o no pueden hacerse cargo. Nosotros tenemos sólo en el centro de adicciones de nuestra zona a 600 chicos en tratamiento.

–Hemos detectado un caso en el que un chico que pidió ayuda para dejar el paco terminó suicidándose.

–Es que los chicos se dan cuenta que se están muriendo de a poco, y algunos no lo pueden soportar, no pueden esperar a verse morir y lo hacen ellos mismos rápido, suicidándose.

–La policía no da en sus cifras tantos casos como aparecen en los registros hospitalarios.

–Nosotros tampoco registramos todo. Porque muchas veces el cuerpo aparece tirado ya muerto y va a la morgue, nosotros no nos enteramos. Es probable que para contar bien haya que sumar lo que tiene la policía con lo nuestro.

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