Lun 09.10.2006

SOCIEDAD • SUBNOTA

Sobrevivir siendo niño en una cárcel bonaerense

Cuando los chiquitos se enferman y son llevados al Hospital de Niños no pueden ser acompañados por sus madres más que durante un par de horas diarias. Algunas madres dicen que a sus hijos, para que se queden quietos, les ponen “chalequitos”.

› Por M. C.

Una de las cuestiones que más angustia a las mujeres presas que conviven con sus hijos en la cárcel es el momento en que sus pequeños deben ser hospitalizados por algún problema de salud. El Servicio Penitenciario Bonaerense permite que la madre “sólo pueda acompañarlo una hora por la mañana y otras dos por la tarde. Cuando la madre debe volver a la unidad, los niños quedan solos a merced del cuidado de las enfermeras o de alguna otra madre que esté compartiendo la misma sala”, reveló Laurana Malacalza, coordinadora del Area de Género del Comité contra la Tortura.

Hace dos meses, Juan estuvo internado. Su mamá, una de las presas del Complejo Penitenciario de Los Hornos, describió a los integrantes del organismo la situación que sufrió su hijo cuando fue trasladado al hospital: “Estaba solo. Con las enfermeras que estaban ahí o con la mamá que estaba al lado. Ella me lo miraba. Se quedaba solito todo el día. Como es muy inquieto le tuvieron que poner un chalequito y bueno... tenían que atarlo. Ya hubo un nene que también lo tuvieron que dejar internado y también lo ataron con el chalequito. Tratan de que no esté tan ajustado”. Juan tiene dos años y nació en la cárcel.

El director de la Unidad Nº 8 de Los Hornos explicó al Comité contra la Tortura que “el personal que podemos mandar al Hospital de Niños no está preparado para atender al chiquito. A las madres las sacamos, si podemos, dos veces por día, con autorización judicial. Si el Juzgado tarda tengo que inventar una salida transitoria. Los nenes quedan solos en el hospital al cuidado de las enfermeras o suelo mandar a alguien para que se dé una vuelta y vea si necesitan algo. Muchas veces en el hospital no dejan entrar al personal por las otras madres. Es un tema delicado, hay que buscar a la persona especial para que lo haga, porque está al cuidado de un chiquito, no de una interna. Y nuestro personal está acostumbrado a ser custodia”.

Cuando estos niños quedan solos en el hospital, dice el informe, “se resisten a comer por la angustia y el malestar que sienten. En muchas ocasiones son sometidos al uso de la sonda para pasarles alimentos, porque las enfermeras no pueden darles de comer debido a la resistencia que encuentran por parte de los niños”.

“Te quedás con una desesperación porque no sabés con quién se queda tu hijo. Lo dejás llorando porque te tenés que ir y ellos no saben si volvés o lo dejás abandonado. Además cualquiera te lo puede llevar, quién te dice que están bien cuidados, ¿y si te lo llevan? Si total no se queda nadie a cuidarlos”, sostiene Andrea, detenida con su hijo de ocho meses en la Unidad 33.

“Cuando tienen el alta, los médicos les informan a las celadoras porque nosotras no podemos ir. No sabés qué dijo el médico que tenía tu hijo o qué tratamiento le tenés que hacer. Cuando lo tenía a mi hijo internado te sacaban tarde. Cuando fui al hospital el médico ya se había ido y no sé nada”, agregó otra interna.

Otro de los problemas que deben enfrentar estas mujeres es la situación que se genera cuando los niños deben realizar algún tratamiento, porque sin orden del juzgado no pueden salir del penal y ser llevados al hospital en el horario y forma requeridos, por lo que muchas veces las enfermedades no tienen su tratamiento adecuado.

“La atención en salud brindada por el Servicio Penitenciario no contempla ningún tipo de asistencia y seguimiento psicológico ni psicopedagógico para los niños. El Servicio de Sanidad depende del Ministerio de Justicia y, tal como lo sostiene el director de la Unidad 33, “es sumamente conflictivo pues los médicos no trabajan el horario asignado y generalmente cuando los necesitamos no están... Hay tres pediatras que debieran estar permanentemente, y no entran a los Pabellones por seguridad.”

“Los cinco psicólogos con los que cuenta esta unidad dependen del Instituto de Clasificación. Tres de ellos hacen los Informes Técnicos Criminológicos y sólo dos de los profesionales ofrecen asistencia a las internas. Hay tres asistentes sociales que dependen directamente de la Dirección del Régimen Penitenciario”, describe el informe del Comité contra la Tortura.

Nota madre

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